Se publica que la Contraloría ha establecido glosas millonarias por la construcción de la vía conocida como Collas, que desde la Panamericana Norte llega al Nuevo Aeropuerto de Quito.
Al margen de la razón que pueda o no tener el ente de control en sus glosas, lo cierto es que la construcción de esa vía fue un absurdo de principio a fin. Producto de la improvisación en una visita presidencial, de la que salió la orden de que se amplíe el contrato que la empresa constructora tenía en la zona de la Panamericana Norte, se inició la construcción sin los estudios necesarios y se fueron ajustando las obras a las circunstancias que surgieron de esa improvisación. Se modificó el trazo que contemplaba un gran puente, reemplazado por uno de 150 metros, y se revistieron los taludes como consecuencia de lo deleznable del terreno, que se deshacía como talco cuando era removido, lo que hay que suponer constituye básicamente la razón para que se haya incrementado así el costo. Se convirtió en una obra que cuesta USD 18 millones por kilómetro, que resultan de dividir USD 212 millones para 11,7 kilómetros, la más cara del mundo según los entendidos.
Es, también, la más ineficiente. Construida para conectar Quito con el Nuevo Aeropuerto, exige recorrer entre 7 y 19 kilómetros adicionales –dentro de la ciudad- a quienes se dirigen al aeropuerto desde el centro del que parten la mayor parte de los pasajeros –ubicado por la zona del parque La Carolina- o desde el sur de la ciudad. Es por ineficiente, que una vía de ese costo luce prácticamente abandonada. El costo de la ineficiencia en la inversión pública es enorme para la sociedad.
¿Qué explica que se haya construido esta mala vía así, improvisadamente, sin estudios, con manifiesta ineficiencia? El presidente Correa, con gran ligereza, declaró que los personeros municipales -los que planificaron, diseñaron, financiaron y construyeron el Nuevo Aeropuerto de Quito hasta el 72% al terminar su mandato- se habían “olvidado” de construir la carretera de acceso, olvidando, él, que su gobierno, con tardanza y todo, concedió el aval para el préstamo que concedió a la Municipalidad de Quito la CAF para la construcción de la vía por Gualo, que costaba bastante menos de la mitad que ésta por Collas, y que la licitación, cuyas bases fueron revisadas por quienes serían los nuevos administradores municipales, fue declarada desierta en uno de sus primeros actos de gobierno. La vía por Gualo complementaba la red vial nororiental con la Ruta Viva, que podía financiarse mediante concesión con peaje, dado el alto volumen de tráfico que tiene.
El desconocimiento de todo lo que hacen los antecesores, y la improvisación, son malos consejeros y perjudican al interés público. Son un mal camino, una mala vía para ejercer la función pública. Terminan mal, como en Collas, una mala vía, con glosas y sin glosas.