Para mediados del 2017, existen ya cifras demostrativas de que la población ecuatoriana que integra el segmento de la pobreza casi se ha mantenido en el porcentaje del 23 por ciento, siendo esta cifra lindante de una cuarta parte de la base popular, porque apenas en el período de junio del 2016 a junio del 2017 ha bajado 0.6 de la unidad, esto es de 23.7 por ciento a 23.1, cuando habría podido fácilmente situarse solo en un 12 por ciento por cuanto ingresaron cifras altas al presupuesto público como nunca antes y difícilmente se repetirán en el futuro. Esos recursos debieron servir para que el pueblo los perciba y disfrute, una vez convertidos en salarios justos y honradamente ganados y pagados.
Pero fuera de este segmento acusatorio a quien vive ahora en Bélgica después de gobernar por diez largos años como ningún ecuatoriano lo había hecho nunca, se encuentra la cifra de la extrema pobreza o miseria pública, que es del 8.4 por ciento. Otros criterios sostienen que la pobreza estaría en el 10 por ciento, cifra alarmante para un pueblo que tiene población joven con pleno derecho a que le ofrezcan fuentes de trabajo estables para garantizar un ingreso monetario familiar digno.
Se dirá que allí están a la vista en las obras viales realizadas, pero ellas por sí mismas no son dinero palpable que ha ingresado al bolsillo popular.
Diferente habría sido si esos recursos se hubieran invertido en facilitar créditos para emprender en negocios de intercambio de productos por ejemplo, o mejor aún en haberse ofrecido créditos para la creación de pequeñas empresas familiares, o con mayores capitales de inversión para que a su vez se creen más puestos de trabajo.
En esta situación económica encontramos encubierta la cifra de personas que viven en situación cercana a la mendicidad. Muchas personas se resisten a engrosar a las filas de las manos implorantes que públicamente perdieron ya la vergüenza, para solicitar una limosna a transeúntes .
Otras personas que aprovechan el cruce de los vehículos circulantes en las calles de la ciudad, inventándose con ingenio distintos juegos con objetos que lanzan al aire y los recogen con destreza o se expresan en movimientos corporales.
El problema de la pobreza no solamente los viven los ecuatorianos empobrecidos, sino que se agudiza por la presencia de los extranjeros que emigran de los países limítrofes como Colombia y Perú, a los cuales se suman las numerosas personas que vienen de la empobrecida Venezuela, que regaló su petróleo a la Cuba castrista, y que padeció por casi quince años el populismo del demagogo coronel de ejército Hugo Chávez sucedido por el impopular gobernante actual Nicolás Maduro.