El ex presidente Correa atraviesa por uno de sus peores momentos. No solo porque buena parte de lo que dice a través de redes sociales pasa desapercibido, se le toma menos en cuenta en decisiones claves de gobierno y su imagen tiende deslucirse frente al estilo del actual presidente Lenín Moreno sino porque ha perdido por primera vez en un juicio entablado contra un periodista.
El juez de Contravenciones Penales de Pichincha, Fabricio Carrasco, no le dio la razón en el juicio iniciado por “daño moral” en contra el periodista Martín Pallares. Esta demanda se origina a raíz de un artículo publicado por Pallares en el portal 4Pelagatos, el cual hacía referencia a las declaraciones del ex presidente (“no fue un soborno sino de un acuerdo entre privados”) en torno al pago realizado por la firma Odebrecht al ex ministro de Electricidad, Alecksey Mosquera, por un millón de dólares.
Según Rafael Correa, el periodista profirió expresiones de descrédito, las cuales, según el Código Integral Penal, son catalogadas como “daño a la honra”. Sin embargo, el juez Carrasco no lo consideró así. Es decir, desestimó la causa.
Esto llama la atención de la opinión pública debido a que, como es conocimiento de todos, la justicia estuvo prácticamente controlada por Correa mientras se desempeñó como presidente de la República.
Del 2008 al 2016 Rafael Correa planteó seis demandas y, curiosamente, en todas ganó. Me refiero a la demanda formulada en contra de un banco, en contra de los periodistas Juan Carlos Calderón y Cristhian Zurita, en contra de los directivos del Diario El Universo, en contra de los veedores Pablo Chambers y Gerardo Portillo (que investigaron los contratos celebrados por el hermano del presidente, Frabricio Correa, con el Estado ecuatoriano), en contra del ex asambleísta Cléver Jiménez y sus asesores Fernando Villavicencio y Carlos Figueroa y, recientemente, en contra del vicealcalde de Quito, Eduardo del Pozo.
Aunque todavía estamos lejos de tener una justicia independiente, el fallo del juez Carrasco no solo que es imparcial sino positivo. Es un aspecto alentador luego de diez años de concentración de poder, control institucional y afianzamiento de la corrupción. Si realmente se quiere combatir estos males, esto solo se logra con un sistema de justicia independiente.
Este fallo de la justicia, como bien ha dicho Martín Pallares, contribuye a generar un ambiente distinto, en el que los periodistas tengan la libertad de opinar y criticar a las autoridades públicas, especialmente en los casos de corrupción.
Por ello, a más de anhelar de que la justicia algún momento recupere su independencia, es necesario revisar los instrumentos jurídicos que han coartado el libre ejercicio periodístico como es el Código Integral Penal y la Ley de Comunicación.
Este es el primer revés que tiene Correa. Ojalá sea el inicio de un proceso progresivo para tener una justicia autónoma e imparcial.