A buena hora que en el Ecuador poco se sabe de Odebrecht. Que se trata de una empresa brasileña que ha liderado una red de corrupción pública mundial; Algo parecido a la Cosa Nostra, pero en tiempos del Internet. Gracias a la limitada información nacional y a la defectuosa recepción de las señales internacionales, se simula ignorar que, en los Estados Unidos, se alcanzó un acuerdo de delación con los representantes de esa empresa. Por esta razón, gran parte del mundo conoció en detalle los montos y destinos, en diferentes países, sobre la corrupción en materia de construcción de obras públicas.
En Ecuador algo. Antes del actual gobierno silencio judicial completo. Solo un ligero rumor de que este producto ilícito en el territorio nacional alcanzaba los USD 33,5 millones. Debe añadirse que, en los primeros días del nuevo régimen, se produjo un viaje a Brasil del principal funcionario de la Fiscalía General del Estado; Luego, vinieron detenciones provisionales y se allanaron algunas viviendas de altos y medianos personajes relacionados presuntamente con el tema. Nada más.
Acto seguido, se produjo la comparecencia de dicho funcionario a la Asamblea y alegó -ante el aplauso del bloque oficial y las barras– la necesidad de un silencio procesal sobre del caso, con todas las prevenciones legales para terceros que violen esta norma. En esta materia, que en el fondo es un caso de elemental transparencia publica, la situación nacional es muy diferente a lo sucedido en República Dominicana, Perú o Argentina.
En estas circunstancias, hay lugar para las preguntas ingenuas: ¿Qué falta de conocer oficialmente como en otros países? ¿De qué manera el conocimiento público de este contenido puede afectar a la seguridad nacional o constituir un agravio a las minorías especialmente protegidas? Es probable que su conocimiento atente al pudor, pero con precauciones se podrá evitar un mayor impacto en la población menor a 18 años. Además, se percibe que la lista solo debe determinar nombres, contratos y cuantías de las irregularidades.
En cuanto al gobierno da la impresión de que, no solo cerró el capítulo, sino la telenovela entera. Existe un blindaje jurídico y político de primer nivel para que este “incidente” no afecte a figuras estelares del régimen. El Primer Mandatario, empeñado en abrir puertas al diálogo y a la participación de sectores productivos y sociales, intenta compartir la conducción de los destinos nacionales a fin de generar vientos frescos; pero, en lo que respecta a este tema, la situación es diferente. Solo le quedará el mérito de haber puesto algo en escena, sin advertir que el no haberla abierto completamente, le puede resultar muy costoso.
Al final y desde su refugio, protegido por los pretorianos del anterior régimen, solo le quedará parafrasear a Los Iracundos que- después de muchos años-, están otra vez de gira en el Ecuador: “…y el silencio llegó, luego vendrá el sereno…”.