Muchos ecuatorianos se han acostumbrado al facilismo, a que todo sea gratis: bonos, útiles escolares, uniformes, desayunos, matrículas. Siempre reclaman más a los gobiernos de turno, pero no se preguntan ellos qué hacen por el progreso del país; olvidan que además de tanto pedir hay que dar voluntad. Ahora tenemos en el país a ciudadanos extranjeros que laboran por el sueldo básico, que a los nuestros les parece poco y no lo aceptan; ni siquiera hasta conseguir un trabajo mejor remunerado, prefieren pedir dinero en gasolineras, restaurantes, cafeterías. La prostitución avanza. En Guayaquil, se la puede observar cerca de los parques Chile, Centenario, Victoria, en los alrededores del colegio Rita Lecumberri durante las noches.
He escuchado quejarse a personas que son dueños de pequeños negocios, a taxistas que no tienen Seguro Social; pero ellos mismos son sus patronos, por tanto, deben hacer un esfuerzo y asegurarse voluntariamente. Cuántos deportistas, actores, cantantes terminaron en la miseria porque derrocharon y ni siquiera pagaron el seguro. Quien supera a las crisis se supera a sí mismo. Es cierto que hay desempleo y el gobierno entrante debe cumplir la oferta de los dos millones de empleos en cuatro años.