Testimonio. Jorge Vásquez
Todos los días viajo entre 50 minutos y una hora, desde San Bartolo, en el sur, hasta El Condado, en el norte. En el sector de Los Dos Puentes y en la av. Maldonado son los puntos de mayor congestión. Los carros forman largas filas en las intersecciones y no se mueven.
A pesar de que salgo hasta con 30 minutos de anticipación, he llegado tarde a entrevistas y he perdido clientes. Los trancones afectan mi trabajo, no puedo llegar a tiempo. El tránsito es impredecible porque un día una vía está fluida y al siguiente, hay filas interminables.
Mi carro, un Vitara azul, es mi herramienta de trabajo. No puedo prescindir de él porque no hay un buen sistema de transporte público. Con mi carro voy a lugares donde no hay buses o el servicio es escaso. Por ejemplo, de la Villa Flora a la Ferroviaria Alta hay buses cada media hora, no puedo esperar ese tiempo para visitar a mis clientes.
Estar atascado en el tránsito me causa malestar, ira, dolor de cabeza y estrés. Todas las semanas, por lo menos una vez, presencio peleas en las vías entre los conductores. Un punto de conflicto fijo es la av. Mariscal Sucre.
Allí, los conductores pierden la paciencia, se escuchan gritos, insultos y el ruido de las bocinas, incluso he visto casos que han terminado en golpes. La única solución para aliviar la congestión de la ciudad es contar con un buen sistema de transporte público, solo así los conductores dejaremos los carros en la casa.