Donald Trump: “Mira lo que pasó anoche (un atentado) en Suecia (…) ¿Quién lo creería? Suecia. Recibieron a muchos (inmigrantes). Están teniendo muchos problemas que jamás imaginaron”.
Nicolás Maduro: “En Venezuela (…) estamos haciendo una revolución de independencia, de dignidad”.
Las declaraciones, en su orden, de los presidentes de EE.UU. y de Venezuela se incluyen en lo que los especialistas en comunicación denominan apropiadamente la ‘cultura de la mentira’. Las palabras de uno y otro líder neopopulista -que no son los únicos en el mundo que distorsionan la verdad- son de falsedad absoluta. Solo demuestran mala fe, ignorancia, su apego a la ‘cultura de la mentira’ y que esta se expande en el planeta.
Ahora mismo, en algún punto del orbe, un dirigente mundial o un líder regional o local, o una autoridad de segundo órden está falseando o manipulando la realidad. O las estadísticas y los resultados electorales, con la intención de engañar a sus mandantes.
Venezuela no es escenario de ninguna revolución; al contrario, se trata de uno de los países más miserables y más saqueados del continente americano. Además, soporta una crisis humanitaria de calado.
Asimismo, en Suecia no se produjo ningún ataque terrorista y los inmigrantes no causan problemas.
El falso atentado en el Estado escandinavo se incluye en la categoría de los ‘hechos alternativos’, el eufemismo o juego de palabras que Trump ha patentado para etiquetar a sus engaños. Los chavistas, menos creativos, simplemente tratan de imponer ‘su verdad’ a golpes y carcelazos.
Pero las falsedades que se lanzan en estos tiempos convulsos pueden ser más fácilmente verificables, pues hay una serie de mecanismos para desenmascarar a quienes manipulan la realidad. El temor a la verdad ha hecho que políticos neopopulistas y de otras tendencias acosen a la prensa independiente. Ahora se los puede poner en evidencia…