Los intelectuales aplaudidores de la política educativa de este gobierno esgrimen varios argumentos en su afán de construir mitos sobre la Revolución Ciudadana (RC). Uno de ellos señala que: “con el gobierno de Correa se inicia por primera vez el cambio educativo de calidad como política de Estado”.
En su mirada refundacional, (propia de los populismos y mesianismos) el gobierno se autoconvenció, y convenció a muchos ingenuos, que con él renació el Ecuador. “Por primera vez”, fue la frase utilizada para señalar que con la RC arrancaba la “verdadera” historia del Ecuador. Antes no había nada, todo era obscuro y estaba mal. Hoy llegó la luz, la calidad, la justicia. “Por primera vez” un gobierno daba prioridad a la educación.
Para quien mínimamente conozca la historia del Ecuador sabe que el tema educativo fue central en muchos gobiernos de los siglos XIX y XX: Rocafuerte fue gran impulsor de la educación a inicios de la república. García Moreno y Eloy Alfaro son los más recordados por unir la educación al afianzamiento del Estado Nacional y a la “modernización”. El uno, promovió la escolarización de todos los sectores sociales, impulsó la educación técnica y científica fundando la Politécnica. El otro fomentó el laicismo, entendió que no habría nueva educación si no había nuevos docentes, creó los Normales e hizo esfuerzos por importar lo mejor de la pedagogía mundial.
Sin embargo, a más de los señalados, otros gobiernos hicieron aportes significativos: Isidro Ayora, amparado en los vientos de la revolución juliana, duplicó el presupuesto educativo, estableció la autonomía universitaria y fundó la Facultad de Ciencias de la Educación. Velasco Ibarra, construyó grandes establecimientos como el Colegio 24 de Mayo, facilitó la innovación educativa y dio paso a una escuela rural dialogante con la comunidad.
Rodríguez Lara promovió la educación para el desarrollo económico y el fortalecimiento del espíritu nacional. Roldós y Hurtado facilitaron la estructuración de la educación intercultural bilingüe, revisaron el bachillerato e impulsaron una impactante campaña de alfabetización. Borja, de igual manera, haciendo caso al movimiento indígena, validó el Sistema Intercultural Bilingüe y desató una nueva campaña para erradicar el analfabetismo. No está por demás decir, que todos, absolutamente todos los gobiernos desde 1950 en adelante, en medio de deficiencias económicas, hicieron esfuerzos sostenidos por aumentar la matrícula. Incluso, en los años sesenta, Otto Arosemena, construyó “una escuela por día”.
La historia tiene continuidades, rupturas, avances y retrocesos. En las últimas décadas hasta el 2014 hubo logros en acceso a la educación, pero serios problemas en calidad. Problemas que no los pudo entender ni superar la revolución ciudadana desde el 2007.