Los pillos fugan sin control al exterior. Corrupción, viejo flagelo que se expande sin freno. Contamina la sociedad, a los niños y jóvenes, que ven que el asalto a los bienes del Estado es normal. Mensaje perverso: “te haces político, llegas a un puesto público, haces “negocios”, sales del país, no te sancionan y luego de un tiempo vuelves como próspero personaje”.
Hay que eliminar ese mensaje. Los niños y jóvenes deben saber que la política es servicio a los demás, es solidaridad y entrega, especialmente a los más excluidos. Deben conocer que, si bien hay un montón de oportunistas y vividores, existen líderes y servidores públicos honrados, que han vivido y viven en coherencia con la ética.
La historia reciente del Ecuador tiene ejemplos descollantes de ecuatorianos honestos y valientes. Hoy que, al hablar de Contraloría, Fiscalía o del rol fiscalizador de la Asamblea, da indignación y depresión, cabe recordar el ejemplo de uno de los contralores, más rectos y aguerridos del siglo XX ecuatoriano que, con la ética y la ley en la mano, defendió los recursos públicos.
El mencionado Contralor es el cuencano, Hugo Ordóñez Espinoza, quien hace poco cumplió sus limpios 93 años. Por sus méritos intelectuales, rectitud y trayectoria al servicio de causas sociales, sin ser partidario ni haber hecho campaña política por el candidato ganador a la presidencia, recibió de él, Jaime Roldós Aguilera, la propuesta de ser el Contralor de la República. Aceptó con la misión de realizar a cabalidad su delicado trabajo.
Tal hecho dice mucho de Roldós, que no se rodeó solo de sus partidarios, sino de los mejores hombres y mujeres del Ecuador, para desarrollar su gobierno.
En su puesto, el doctor Ordóñez, con total independencia del Ejecutivo y de los poderes fácticos, sacó a luz los negociados de los gobiernos precedentes y estableció, con total independencia, severos controles y seguimiento a los gobiernos de Roldós y Hurtado.
No le tembló la mano para emitir informes que podían afectar a amigos o a rivales políticos. No miró ni especuló sobre las consecuencias políticas de determinadas decisiones. Su objetivo era defender los intereses de la nación. Fue emblemático su informe sobre fallas administrativas de uno de los más influyentes ministros de Hurtado, documento que fue aprovechado por León Febres Cordero, LFC, para entablar un juicio político contra ese funcionario, logrando destituirlo. Tal hecho encumbró a LFC a la presidencia del Ecuador.
Por su postura recta, libre e independiente ganó el respeto de todos, de derechas e izquierdas, del país. Terminó su función en la Contraloría con reducidos ahorros. Llega al final de su vida sin riquezas, con dignidad y con la frente en alto. Esa es la mejor herencia para sus hijos y nietos. Es patrimonio y reserva moral del Ecuador.