Tras una prolongada travesía del desierto, la Izquierda Democrática (ID) ha renacido parecería que con entusiasmo en la arena política nacional. Su intención apremiante, ocupar el vacío que claramente existe de esa tendencia en el tablero político dentro de la coyuntura actual. Si bien los históricos líderes leales al partido habrán, desde su retiro, impulsado su resurgimiento, no hay duda que el liderazgo y capacidad de Wilma Andrade han sido determinantes. Ella ha sido la impulsora de esta tarea que muchos no creyeron posible. ¡Enhorabuena por una nueva y destacada mujer en la política ecuatoriana!
En una coyuntura como la actual, dispersa y crítica, para el Ecuador político es provechoso que reaparezca la ID para que asuma el protagonismo catalizador que requiere la centro izquierda que hasta el momento no ha definido su propuesta y sus candidatos para las elecciones que se avecinan. No hay aún un referente institucional e ideológico de ese sector. La ID lo puede impulsar y liderar.
Todos, incluyendo el oficialismo, están a la espera de lo que haga la ID que encarna el socialismo democrático y la justicia social con libertad, tan distinto del socialismo del S. XXI que nadie sabe en qué consiste pero que se manifiesta por el autoritarismo, el recorte de los derechos de las personas, la intransigencia y el derroche.
¿Cómo jugará sus cartas la ID en una situación caracterizada por la indefinición y el escaso tiempo para la adopción de decisiones?
El socialismo democrático que encarna la ID viene con bríos para intentar copar ese espacio, pero tiene una enorme responsabilidad frente a los dilemas resultado de la situación actual. ¿Ir solos para consolidar sus bases y estructuras? ¿Buscar alianzas en la tendencia para captar poder compartido? ¿Constituir una plataforma amplia que incorpore otras tendencias para acabar con el correismo sin renunciar a sus postulados?
Y una curiosidad al paso. ¿Qué harán aquellos cuadros de la ID que crecieron y abrazaron esa ideología solidaria, honesta y democrática y que se cambiaron al bando del gobierno, cuyas características no han sido precisamente esas, cuando su partido atravesaba horas bajas?
Pienso en figuras como Ramiro González, Raúl Vallejo, Alfredo Vera, Francisco Borja, Antonio Gagliardo, líderes que se mudaron y, lo que es más grave, o más grato según cómo se vea, disfrutaron por largos años de un poder que en nada se ha parecido al de la ID. ¿Renegarán de sus orígenes ideológicos y se mantendrán en esta línea autoritaria y opaca? ¿Extrañarán al gobierno de Borja, tolerante, honesto, reconocido internacionalmente con el que comulgaron? ¿Habrán cambiado de ideología y se mantendrán en el poder? Yo, a pesar de todo e ingenuamente, confío en su retorno.
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