El militar como cualquier persona tiene sus posiciones políticas o de convicciones (sociales, religiosas, etc.). Pero su oficio limita que viva la disputa pública de esas posiciones y menos que sea la institución armada el escenario de confrontación, aún más que tropa u oficiales conviertan a las fuerzas armadas en objeto de disputa política. Precisamente por eso se busca que los militares en cuanto tales, en sus funciones, no puedan expresar sus posiciones en público y peor aún consideren que las fuerzas armadas deban estar en la disputa política. Por ello, las FF.AA. no son deliberantes.
Esta semana, como caricatura pública en Ecuador se vieron escenas que revelan la disputa política abierta en las FF.AA. entre los que están por el gobierno y los que se oponen. Los hechos muestran una situación álgida constante.
Mientras el Presidente, con su “discreta” relación con la justicia, persiste en sancionar a quienes respondieron a alguna de sus cartas, en términos y contenidos que él considera no deben ser, y de hacer lo mismo con los miembros de los Consejos de Disciplina que no los sancionaron, aparece el capitán Edison Garrido.
En contraste con los anteriores manifestó su apoyo a las políticas gubernamentales, a la “gestión” del Presidente y al Presidente mismo. Recriminó a sus superiores por sus posiciones diferentes, e hizo claro proselitismo político al manifestar esto públicamente en Facebook, algo vedado a los militares en funciones. Fue recibido por una asambleísta, con la prensa, y concluyó que es inadmisible sancionar a alguien que apoyó al gobierno.
Fue caricatural, esta versión de Garrido en contraste con la de Ortega de la semana pasada, dos caras contrapuestas. El Presidente tiene razón en que la carta de Ortega es una intervención de política general, no de simple respuesta del militar sobre su condición de funcionario. Pero lo de Garrido va en el mismo sentido, y parece posible la eliminación de su condena. En suma, en la versión oficial, hay el buen proselitismo político y el malo, uno merece apoyo y reconocimiento, el otro sanción y condena. Cuando los dos son simplemente inadmisibles. Pero vemos que en las FF.AA. hay una disputa proselitista política entre los pro y los contra el gobierno, algo absolutamente destructivo para la institución. Lleva a los militares a no ser independientes del poder político sino a ganarse su favor o ponerle la zancadilla.
El gobierno buscó la politización a su favor de las FF.AA., inclusive con Eloy Alfaro de por medio, como hizo M.F. Espinosa, y reforzó eso luego de la revuelta de la Policía, ahora lo incrementa más. Pero es en sí, la polarización política que lleva a esto, más allá de cualquier reforma a la organización militar.
Esta vía venezolana en Ecuador, ya se lo ve, creará más que fricciones. Un innecesario conflicto.
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