Un estudio reveló cuáles son los insectos que habitan en ecosistemas áridos del norte andino del Ecuador. Foto: cortesía de Adrián Troya
En los Andes del Ecuador queda menos del 20% de los bosques secos. El avance de la frontera agrícola y ganadera amenaza con la desaparición de este ecosistema y, paralelamente, la vida que alberga.
Preocupados por esta realidad, científicos como Adrián Troya decidieron estudiar la fauna que viven en estos bosques antes de que se extinga. Parte de la misión fue investigar el mundo de los insectos -el de los animales con un esqueleto externo y con seis patas-. “Si desaparecen los bosques… no sabremos qué insectos perdimos”, argumenta Troya.
Con el tiempo encima, biólogos de la Universidad Politécnica Nacional decidieron, por primera vez, averiguar qué insectos viven en los bosques secos de los valles del Chota (Imbabura), el valle de Guayllabamba (Pichincha), los bosques de Chancan (Chimborazo) y el valle de Patate (Azuay).
La investigación empezó en el 2009 y salió publicada en la revista Ecosistemas este año. Durante 16 días, los investigadores sacudieron los arbustos; fumigaron el entorno; recolectaron los insectos del suelo y las plantas; y los atraparon con tubitos de plásticos subterráneos y telas negras.
Encontraron 14 órdenes y 117 familias. Recolectaron 20 000 individuos, entre hormigas, escarabajos, grillos, saltamontes, chinches, abejas, avispas, moscas, mosquitos, cigarras, etc.
Biólogos estudian los insectos que habitan en los bosques secos. Foto: cortesía de Adrián Troya
Cada grupo se divide en decenas de especies diferentes. Una biodiversidad relativamente alta, afirma Troya. Por cada 10 metros cuadrados existen más de 50 especies. Así hallaron a los insectos más representativos del mundo.
Debido a la falta de lluvia, en la zona no se encontraron especímenes acuáticos.
¿Cómo sobreviven estos insectos en ecosistemas tan áridos? Algunos escarabajos tienen su exoesqueleto plano y liso para captar el rocío de la neblina, responde Troya. La mayoría de los bichos miden de uno a cinco milímetros para infiltrarse en pequeños huecos de la flora donde se acumula el agua. Otros, como unas moscas que en climas tropicales viven en charcos o lagunas, aprovechan del líquido que almacenan los cactus. También hay aquellos que viven bajo tierra y se resguardan del calor, tales como las hormigas.
Este último grupo fue el más abundante. Las supercolonias de hormigas en los bosques secos llegan a ocupar más terreno que un campo de fútbol y están formadas por más de
10 000 individuos.
Troya dice que la hormiga cabezona fue una especie hallada en esta investigación. Este pequeño bicho -de menos de cinco milímetros- amenaza a la fauna nativa de los bosques. Proviene de África y ha invadido toda Sudamérica, pero en Ecuador continental no se la había registrado hasta ahora. Es una especie agresiva y se mueven en supercolonias que requieren alimento para todo su ejército. Cuando esta hormiga se establece, desplaza al resto de animales (invertebrados, reptiles y mamíferos.)
Especies: Mosca Abeja (izq.) y Mosca Polinizadora (der.) Foto: Raúl Díaz / EL COMERCIO
Las avispas fueron las más diversas: cada especie de estas pone sus huevos (parasitan) en diversos insectos. Por ejemplo, algunas dejan sus larvas sobre los pulgones, lo cual controla el crecimiento de esta plaga y beneficia a los humanos.
Además de controlar las plagas, los insectos son polinizadores, dispersores de semillas y una gran fuente de proteína para otros animales. Aquellos que viven bajo tierra generan cavidades que aportan nitrógeno y oxígeno al subterráneo.
Para Troya, esta investigación abre una oportunidad para resaltar la importancia que tienen los insectos en el macrocontexto de los bosques.