Numerosos son los viajes al exterior que hacen funcionarios del Gobierno, innecesarios la mayoría, pero en los últimos días dos me han llamado particularmente la atención.
El primero es el inexplicable de la Presidenta de la Asamblea Nacional a Bielorrusia. Hasta donde conozco, es el Ejecutivo, a través del Presidente y del Canciller, el que conduce la política exterior del Ecuador.
Son estas autoridades las únicas que pueden representar y comprometer al Estado en sus relaciones internacionales y suscribir convenios que luego pasan a la aprobación legislativa. Así, la Presidenta de la Asamblea, acompañada de otro legislador, no hizo sino una costosa visita de cortesía a un país cuyo Gobierno es conocido por antidemocrático y violador de derechos humanos, y que en el cual Ecuador no tiene ningún interés.
Que no se diga que ha conseguido becas y “tecnificación del agro” pues eso no le corresponde a la Asamblea. ¿Qué hacía la Sra. Rivadeneira en Bielorrusia, a parte de afectar la imagen nacional exhibiéndose con un personaje siniestro como Lukashenko cuando nuestro país se debate en una grave crisis económica e institucional que exige un mínimo sentido de austeridad y coherencia y de su presencia como responsable de la Función Legislativa?
Si solo fue para decir desde afuera que a Alianza País le espera una debacle electoral en 2017, no era necesario que se vaya tan lejos. Lo podía decir aquí, le resultaba más barato y habría tenido mayor repercusión.
El otro viaje tiene mayor sentido pero no por ello deja de sorprender. El famoso culebrón del TLC –hay que llamarlo por lo que es- con Europa exigió un viaje a Bruselas del responsable del área, el Ministro de Comercio Exterior. Sin embargo y no sé por qué motivo, cinco altas autoridades más se unieron al paseo. El Canciller, el Ministro de Industrias, el de Política Económica, el Gerente del Banco Central y hasta un asambleísta. El objetivo: buscar apoyo político para la entrada en vigor del TLC. ¿Era necesaria una delegación tan numerosa y de tan alto nivel? Como si con esta especie de carga montón de jerarcas del Gobierno, la UE se fuera a impresionar y va a cambiar sus exigencias y prácticas. No, no lo hará.
La comitiva se reunió con mandos medios de las principales instancias europeas a quienes pocas cosas nuevas habrá podido informar: la UE tiene una oficina en Quito y hay Internet. En Bruselas están al corriente de lo que en el Ecuador acontece y de las penurias que pasamos.
¿Cuánto le costó al Fisco en pasajes y viáticos este viaje y que bien pudo hacerlo solo el Ministro de Comercio? ¿Sabe el Presidente, que llama a la austeridad de los ecuatorianos, de cómo derrochan el dinero los funcionarios de su gobierno? Espero que no.