Es muy importante que los escritores ecuatorianos difundan sus trabajos publicados. Es menester que se conozca el pensamiento nacional en el extranjero. Muy halagador es que nuestros libros vayan a bibliotecas del resto del orbe y puedan ser leídos, demostrando nuestro talento.
Lastimosamente, es casi imposible lograrlo de forma individual si se utiliza Correos del Ecuador. Concurrí a las oficinas de dicha empresa muy entusiasmado con tres paquetes de mi último libro de relatos y poesías, titulado “Era una sinfonía de mil colores”, para enviarlos a México y Uruguay, a destacados intelectuales y promotores culturales. Pude despachar dos de ellos, pues no llevé suficiente dinero para completar el envío.
Me enteré que se remiten los libros sin liberación de impuestos, ellos deben ser pesados, por lo que para destinar los tres tenía que pagar 85 dólares. De tal manera, que no logré lo deseado y solo pude franquear dos de ellos.
Este particular debe ser corregido, pues no es posible que un material de cultura sin valor pecuniario declarado, que lleva al exterior nuestro pensamiento sea gravado de tal manera. Este último libro que he publicado no costará más de 15 dólares en las librerías, mientras tanto -para ser obsequiados en el extranjero- el autor tiene que pagar valores exagerados.
El Ministerio de ramo debe tomar cartas en el asunto y terminar con este absurdo que frustra al escritor ecuatoriano.
A más de la desagradable sorpresa, pude comprobar que en local de despacho, se encuentra hace más de seis meses sin acondicionadores de aire, por lo que utilizar ese importante servicio es sofocante e irritante.