Con gran sorpresa he escuchado en un noticiero de televisión que el presidente Rafael Correa declara que, una vez entregue el poder en el 2017, se retirará a Bélgica por dos años, pudiendo regresar -a manera de amenaza me imagino a la oposición-, si las condiciones del país así lo exigen.
Como ciudadano mandante exijo que el Presidente saliente y sus colaboradores en todos los poderes, se queden por lo menos en el país obligatoriamente un año, después de la entrega del poder, precisamente para ilustrarnos con su experiencia y conocimiento frente a las inquietudes que puedan surgir en diferentes ámbitos.
De no ser posible, es de esperar que a quienes queremos quedarnos en el Ecuador nos dejen direcciones y/o teléfonos donde podamos localizarlos para contarles la iniciativa y creatividad que estamos aplicando para sortear la crisis económica, reorientar constitucionalmente el Estado e inclusive cualquier aclaración que pudieran requerir la Fiscalía o las nuevas autoridades sobre el gobierno de estos últimos 9 años.