Debido a los años de vigencia de los seguros sociales, estos están atravesando crisis económicas que son debatidas por expertos en reuniones internacionales, donde se presentan argumentos variados sobre determinadas tendencias, que inclusive son objetos de cambios de los conceptos filosóficos de la seguridad social. Estas deliberaciones buscan superar los problemas para mantener el equilibrio financiero de las prestaciones creadas con anterioridad y de buscar nuevas fuentes económicas para la protección de la población aún no amparada.
Las fórmulas no son de fácil solución. La crisis principal se debe a que los seguros de invalidez, vejez y muerte están financiados por el sistema de capitalización: con aportes de trabajadores, patronos y contribución del Estado y rendimiento de las inversiones. Este sistema se caracteriza porque el monto de ingresos supera enormemente a los egresos durante los primeros tiempos de su vigencia, puesto que los asegurados no reúnen las condiciones para acogerse al derecho de las prestaciones. Este capital acumulado, más las utilidades, es lo que posibilita que la institución aseguradora pueda acumular importantes reservas que respalden los derechos en curso de adquisición de todos los afiliados activos y los derechos adquiridos de los que gozan de las pensiones. A medida que el régimen envejece, el ritmo de ingresos disminuye respecto a los egresos. Por ahora, en el IESS no existe un déficit contable pero sí un desfinanciamiento actuarial, ya que las reservas que respaldan las prestaciones están incompletas; es decir, porque el pasivo actuarial es superior al activo actuarial. Entendido así el sistema, no cabe entonces la existencia de un superávit y, peor aún, la decisión política inconsulta de suspender el 40% del aporte del Estado al fondo de pensiones, y, no contento con ello, trasladar estos recursos para financiar el déficit de la prestación médica. El presidente del IESS, Richard Espinosa, ha tomado el camino más fácil: transferir los fondos de una cuenta a otra que es deficitaria. Si existe una contribución porcentual deficitaria al fondo de salud, se deben estudiar otras alternativas técnicas y no políticas.