Bailan. Sonríen a las cámaras. Se felicitan. Bailan solos, en su trinchera. Se regocijan. Se miran en la pantalla grande. Cantan y cantan a coro. Les gusta cantar y bailar. Aplaudirse. Solazarse.
¿De qué se ríen? ¿Qué festejan? Viene a la mente el poema de Mario Benedetti, hecho canción, sacado ahora del baúl de los recuerdos, tan coreado en las peñas de los años sesenta, cuya letra ya han olvidado quienes están hoy sentados en las mieles del poder y que antes salían a las plazas vestidos de obreros, de estudiantes, de militantes. Valgan estos versos para recordar.
En una exacta foto del diario, señor ministro del imposible, vi en plena risa y en plena euforia y en pleno gozo su rostro simple. Seré curiosa, señor ministro, ¿De qué se ríe? ¿De qué se ríe?
¿Festejan que los caballos pasen por encima de la gente en un parque, donde unos protestan, pero además, donde hay niños corriendo o jugando, vendedores de helados, madres y padres de familia desentendidos de la política y sus vergüenzas? ¿Festejan que gente enmascarada, que no deja ver su rostro, con palos, lanzada a hacer camorra? ¿Dónde está la gracia?
De su ventana se ve la plaza Villamiseria no está visible. Tienen sus hijos ojos de mando pero otros tienen mirada triste. Aquí en la calle suceden cosas que ni siquiera pueden decirse Los estudiantes y los obreros ponen los puntos sobre las íes Por eso digo, señor ministro, ¿de qué se ríe? ¿De qué se ríe?
¿Se ríen de que haya gente golpeada y lastimada? ¿De un país dividido al punto de pegar, golpear, lastimar al que piensa en contrario?
Se ríen. Y algunos quieren más: 21 presos en una mañana de protestas les sabe a poco. ¿De qué se ríen? ¿Por qué bailan?
¿De ver a los opositores sangrando por la nariz, arrastrados y tumbados en la vereda? ¿De eso se ríen?
Se ríen de la confusión. Del caos. Del desorden.
Usted conoce mejor que nadie la ley amarga de estos países. Ustedes, duros con nuestra gente, por qué con otros son tan serviles. Cómo traicionan el patrimonio mientras el gringo nos cobra el triple.
Cómo traicionan, usted y los otros, los adulones y los serviles. Por eso digo, señor ministro, ¿de qué se ríe? ¿De qué se ríe?
No parece muy gracioso. ¿Dónde está el chiste? No parece muy oportuno reírse y bailar cuando hay presos, cuando hay violencia, cuando hay atropello, venga de donde venga. Unos ríen mientras otros, lloran.
Aquí en la calle sus guardias matan y los que mueren son gente humilde. Y los que mueren son gente humilde y los que quedan, llorando rabia, seguro piensan en el desquite. Allá en la selva sus hombres hacen sufrir al hombre y eso no sirve. Después de todo usted es el palo mayor de un barco que se va a pique. Por eso digo, señor ministro, ¿de qué se ríe?
En verdad, ¿de qué se ríen?