Como ofrecieron las autoridades municipales, el puente sobre el río Chiche se abrió ayer al tránsito vehicular a las 05:45. A esa hora empezaron a circular, por los dos carriles de la calzada, vehículos particulares de todo tipo, busetas de transporte escolar y buses de transporte urbano.
La apertura excluyó a los transportes pesado y de carga. Estos tendrán que movilizarse por dos rutas alternas: la que conecta a la vía Interoceánica con Pifo, Yaruquí, El Quinche, Guayllabamba y Calderón; y la E35, que conecta a la zona con Quito, pero por Cusubamba, El Colibrí, Sangolquí, la autopista General Rumiñahui o la antigua vía a Conocoto.
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Ambas significan para los usuarios dar una larga vuelta, con la consiguiente congestión de esas arterias. Esa congestión ya se observó ayer en la E35. Por momentos parecía una de las calles de Quito durante las horas pico.
Los camiones, plataformas y contenedores eran retenidos en dos sitios: la Y de Puembo, en el sentido este-oeste; y El Arenal de Tumbaco, en el contrario.
Los camiones recolectores de basura y las volquetas llenas de escombros están circulando por Guayllabamba para llegar al botadero de El Inga, explicó Emaseo. Además, la recolección de la basura se está realizando los lunes, martes y miércoles, y no todos los días como era habitual.
En ambos sitios, dos policías nacionales regulaban el tránsito mientras un municipal y un funcionario de la Empresa Pública de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop) supervisaban el desarrollo normal de las acciones.
Una normalidad que se rompió pocas veces. Ese fue el caso de Miriam Cabezas, su esposo y sus hijos Michael y Mateo Farinango, alumnos de la Escuela Militar Eloy Alfaro, a las 07:00 y en la Y de Puembo. “Como no vino el bus del recorrido nos tocó llevarlos en el carro. Pero no nos dejan pasar”, explicaba la dama, mientras el policía le decía a su esposo que su automotor no podía pasar.
Luego de 20 minutos de súplicas, el gendarme se compadeció y dejó que el pequeño camión continuara hacia el Chiche.
En el puente el tránsito era fluido. Dos policías municipales y un funcionario de la Epmmop vigilaban el proceso. Curiosamente, dos personas con dos intercomunicadores, daban continuas instrucciones. Eran miembros de dos de las cooperativas de transporte urbano que trabajan en la zona. Jacinto Huera (Cooperativa reina del Quinche) y Jorge Medina (presidente de la Compañía Pifo) vigilaban que sus unidades circularan normalmente.
A un costado de la vía, una gran soldadora eléctrica y 16 trabajadores se alistaban para continuar con la rehabilitación del puente, “porque esta seguirá hasta que haga falta”, explicaba Marco Luque, líder del grupo.
Luque corroboró la información oficial: la circulación en los dos sentidos será de 06:00 a 22:00 de cada día. Desde esa hora, hasta las 06:00, el paso se restringe a un solo carril, que será utilizado de forma alternada.
En el carril que esté desocupado seguirán las tareas de mantenimiento, que consisten en cambiar las planchas de acero corrugado que están en mal estado y asegurar y reforzar las restantes.
“Está previsto reemplazar unas 100 placas por nuevas, mientras en las que se deben ajustar utilizamos cuatro pernos grado 8, de 1 ½ pulgadas de largo por ¾ de diámetro. Estos se colocan bajo sus respectivas vinchas y con una rodela plana superior”, explicó Luque.
¿Con estas operaciones se garantiza la seguridad de los vehículos y de la estructura del puente?
El Ing. Fabricio Yépez, quien fue uno de los supervisores del estado estructural del puente después del temblor, cree que sí.
“Luego del estudio se comprobó que la estructura de metal no sufrió daños. El único inconveniente fue el desprendimiento y aflojamiento de las placas del tablero”.
No obstante, Yépez cree que el puente debe ser reemplazado. El Ing. Jorge Valverde, también.
“Este puente es provisional. Y ya tiene 41 años de construcción y en ese lapso el tránsito vehicular ha aumentado unas 5 ó 6 veces”, explica Valverde.
“El viejo debe funcionar hasta que esté listo el reemplazo, cuyo diseño ya está listo. Se levantará unos 200 metros aguas arriba del río Chiche. Y, por lo que conozco, será de hormigón armado y con vigas postensadas”.
Los negocios se afectaron
El cierre del puente sobre el río Chiche, ocurrido el fin de semana pasado, afectó a algunos comerciantes de la zona.
Un caso es el de Magdalena Guatemal, propietaria de la panadería Nutripán, quien contó que el sábado no vendió ni la mitad del producto. Ella, normalmente, expende al día 1 500 panes; en el fin de semana vendió 500. “Se perdió todo, porque no se puede guardar. Nos fue mal”.
Los clientes de Guatemal son las personas que viajan a Puembo, Yaruquí y El Quinche.
Del otro lado del puente, Maribel Guerra tiene una frutería.
Hasta ayer tenía en las perchas la fruta del fin de semana. Los guineos y mandarinas los vendía a mitad de precio porque estaban por dañarse. “Prefiero perder una parte y no todo lo que invertí”.
Ella calculaba que perdió unos USD 1 00, por las bajas ventas.
Su vecino Wilson Moreta, dueño de un restaurante, abrió su local con tres horas de retraso. Él viajaba desde Quito con los productos para preparar la comida, pero tuvo que desviarse por Sangolquí. “No sé por dónde me fui, pero me perdí”. Respecto a las ventas no se quejó, porque los viajeros que hacían trasbordo entraban a su local para descansar.