En un país que se encuentra sin los suficientes recursos económicos, resulta indignante que los asambleístas gasten sin pudor el dinero de todos.
Cada mes el pueblo debe desembolsar más de USD 3 millones en pagos que permitan cubrir los onerosos gastos generados por los asambleístas y todos los colaboradores que ellos o el partido han colocado, con méritos o no, en cargos dentro de la Asamblea.
La promulgación de las distintas leyes nos está saliendo muy cara, no solo porque se hayan recortado derechos y libertades, sino porque literalmente nos cuesta una millonada que nunca llegamos a saber en qué mismo se han gastado. Y aunque como pueblo vimos con beneplácito que sus salarios se redujeran un 17% y ahora ganen ‘solo’ USD 5 009 al mes sin incluir décimos; todavía nos sigue indignando que con semejantes sueldazos tengamos que seguirles pagando bonos de vivienda cuando estos tienen los suficientes medios económicos para costeárselos.
Alguien debería informarles que el tiempo de bonanza económica ha pasado y que los privilegios que se ocultan en los presupuestos que se asignan a la Asamblea (57, 1 USD millones para el 2016) así como a los otras instituciones dominadas por el oficialismo, privan de cubrir las necesidades más elementales del pueblo.