Conviene distraernos ahora, ante los horrores de irracionalidad a que asistimos; hacerlo en el mejor sentido, para lograr cierta paz en medio de tanta incertidumbre política, económica, volcánica (más allá de los desfogues de nuestro Cotopaxi, todo es volcánico), y climática, –no climatérica, por favor, aunque quizá también-. Y aquí va mi propuesta, con un sí es, no es, de vergüenza propia y ajena: ‘Vosotros que me escuchan’…
‘Vosotras que esperan justicia’. ‘A vosotros les digo’ son frases con las que un longevo expresidente nuestro, apreciable melómano de carácter manso, se dirigía en sus discursos a quienes lo escuchaban, empleando el ‘vosotros’, usado solo en España, mal concordado con pronombres y verbos.
Las expresiones correctas habrían sido: ‘Vosotros que me escucháis’; ‘Vosotras, que esperáis justicia’; ‘A vosotros os digo’, formas bellas y sonoras, inusitadas en América. Vosotros es pronombre de segunda persona del plural, correspondiente a la segunda del singular, tú. Su uso peninsular es presente, continuo y claro.
Pero ¿y ‘vos’? ¿y ‘su merced’, usted, tú?… Sancho Panza responde a Don Quijote: ‘Todo lo que vuestra merced hasta aquí me ha dicho, lo he entendido muy bien’. Y leemos en antiguas cartas: ‘Creo haber referido a usted la preocupación que me agobia’. Escarbando en recuerdos cuencanos, oímos: ¿Qué buscas vos, Juan? En estas citas se halla la rica variedad que expresa los matices de nuestra relación: las formas ‘vuestra merced’, ‘usted’, ‘vos’, tú’ son maneras distintas de dirigirnos a la segunda persona, ‘aquella con quien se habla’.
El más antiguo tratamiento respetuoso, era ‘vos’. El voseo (de vos, no de voz), común en la Edad Media española, se mantuvo en el antiguo castellano para uso de los súbditos hacia su soberano o patrón, o de los esclavos a sus amos, mientras que el tratamiento familiar de confianza, para dirigirse a los ‘inferiores’ en edad o relación social, era ‘tú’.
Más tarde, se empleaba el vos para tratarse entre personas de igual rango, y mientras los diversos grupos sociales medievales se consolidaban, (siglo XV), el ‘vos’ iba dejando de marcar distancia para expresar cercanía, y para que el ‘superior’ se dirigiese al ‘inferior’. De esta forma, el ‘desgaste’ sufrido por el vos urgió la creación de ‘vuestra merced’, con el verbo en tercera persona: ‘Esperamos que su merced se digne atenderlos con misericordia’. ‘Si su merced aprueba, estaremos contentos’.
‘¿Está bien, su merced? Finalmente, el voseo desaparece del español hacia el siglo XIX y ‘usted’, ¡condensación y acortamiento de vuestra merced! toma el lugar del pronombre de cortesía, y preserva para sí el verbo en tercera persona: usted sabe, usted quiere, ustedes cambian.
Confío en haberles distraído sin prescindencia de lo esencial, sin disipación ni olvido. Un poema, un libro bello nos envían ráfagas de nuestro ser y nuestro hacer, formas positivas de destino humano. Si algo de esto les he transmitido, sin robarles compasión ni comprensión, ¡bendito sea!, como decían los abuelos.
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