Hace un poco más de tres años, cuando se aprobó el Código Orgánico de la Producción, Comercio e Inversiones (diciembre del 2010), el Gobierno evidenció cuáles eran y son sus propósitos con el cambio de la matriz productiva. Solo hay que revisar los primeros cuatro artículos de ese documento, para tener una idea clara de hacia dónde se quiere encaminar al aparato productivo nacional.
Pasó el tiempo y algunas empresas se dieron cuenta de que esa ley establecía una hoja de ruta por la que podían orientar sus planes estratégicos y direccionar sus opciones de crecimiento. Por el contrario, otras compañías decidieron mantener sus niveles de producción, sin hacer mayores apuestas por invertir e innovar, en medio de la duda por las constantes reformas tributarias y el pedido de realizar ajustes en ese Código.
Ahora, con un déficit comercial de USD 1 352 millones, que preocupa al Ejecutivo, y el anuncio de más regulaciones a las importaciones, es necesario pasar de las incertidumbres a las oportunidades, para afianzar la producción nacional y el emprendimiento privado. Pero eso se logrará con un diálogo abierto, transparente y sin imposiciones; algo que aún no se vislumbra.