Es hora de preguntarse ¿qué persigue el jefe de Estado con la ley de impuesto a las herencias? más allá de las proclamas demagógicas de que solo afecta a los ricos (expresión penosa que busca afanosamente la marxista lucha de clases), producirá efectos desastrosos en el desarrollo empresarial y la creación de empleo. Si el 80% de las empresas en Ecuador son familiares (y también lo son en grado similar en varios países de Europa y Asia), el mensaje claro es que el Estado quiere acabar con ese tipo de empresas, pues la mayoría tendrá que venderlas a precios de remate para pagar los impuestos. ¿Y qué propósito tiene ahorrar si al final el Fisco se llevará casi todo? A ello hay que agregar que este mismo Gobierno eliminó la exoneración de Impuesto a la Renta para los dividendos y creó el impuesto a la transferencia ocasional de acciones, con lo cual mató el raquítico mercado de valores. Y para cerrar con ‘broche de oro’, las reformas tributarias de diciembre pasado dieron como resultado que se trate de mejor manera a las sociedades tenedoras de acciones (holdings) establecidas en paraísos fiscales que a las constituidas en Ecuador. Es decir, los accionistas de estas últimas pagan un impuesto mucho mayor que los de paraísos fiscales. En suma, las reformas acabarán con los ricos pero no con los pobres.