La explosión registrada en una casa de Ibarra dejó sin vivienda a las personas que arrendaban en el lugar. Foto: Washington Benalcázar/ EL COMERCIO
Una fuerte explosión sorprendió a unas 20 personas que viven en la casa 1-44 de la calle Sucre, en la ciudad de Ibarra, provincia de Imbabura, en el norte de Ecuador.
Luis Alfonso Burgos, uno de los inquilinos del inmuble, de paredes de adobe y hormigón, recuerda que se estaba peinando para ir a su trabajo cuando un ruido estrepitoso sacudió la casa.
Como muestra del suceso señala un pequeño corte en el pómulo derecho. “Esta herida me causó la caída de una tabla del tumbado del cuarto que arriendo”.
Entre tanto, decenas de bomberos, policías y funcionarios de Salud arribaron al sitio de la tragedia para atender a los heridos que dejó la onda expansiva por la degradación (explosión) de un cilindro de Gas Licuado de Petróleo (GLP), según datos del ECU 911.
Extraoficialmente se conoció que 12 adultos y siete niños fueron traladados al hospital San Vicente de Paúl, de Ibarra. La mayoría tenía quemaduras de segundo grado y politraumatismo, según un funcionario de Salud.
Burgos comenta que bajó las gradas, desde el tercer piso en donde vive, en medio de una nube de polvo que dejó la caída de tumbados y paredes.
La onda expansiva de la explosión provocó heridas de golpes y quemaduras a los residentes. Foto: Washington Benalcázar/ EL COMERCIO
Horas después recordaba los gritos desesperados de sus vecinos, que habitan en la parte delantera del inmueble. No pudo hacer nada por la desesperación y el temor a que la casa se caiga.
La Policía acordonó la calle Sucre, que cruza delante de la vivienda en que ocurrió la explosión, en un tramo de 100 metros.
La puerta principal, de hierro y madera, se desprendió y chocó contra las casas ubicadas al otro lado de la calle. Ahí hasta las 10:30, continuaban restos de camas, ollas, vidrios… que se desprendieron a causa de la onda expansiva. También había manchas de sangre de personas que habría estado esperando el autobús.
Las casas vecinas también resultaron averiadas con el daño de paredes, puertas y ventanas.
Técnicos de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos recolectaban testimonios y datos de los afectados. Ahí se contabilizó aproximadamente 12 familias afectadas, entre ecuatorianos y extranjeros que rentaban piezas en la casona.
Las autoridades buscaban un albergue para ubicar a 6 familias que no podía regresar a sus habitaciones porque prácticamente estaban destruidos.
La fuerza de la explosión también afectó a transeúntes y a pasajeros que esperaban un bus en el lugar. Foto: Washington Benalcázar/ EL COMERCIO