Una vez más el Ecuador está en la mira. Esta vez el informe de Freedom House pone al país en el puesto 32 de un total de 35 Estados.
Se trata de un documento sobre la libertad de prensa en el mundo. El reporte de la ONG con sede en Washington ubica al país adelante de Honduras, Venezuela y Cuba.
Cada caso analizado,-donde México también ocupa un lugar especial por el giro particular del narcotráfico-, no es comparable. Sería equivocado hacerlo, de modo exacto.
De hecho la situación de Honduras con ingredientes de violencia alarmantes, la crisis de Venezuela, por la polarización del chavismo que ha cerrado a muchos medios y acosado a periodistas, y la de Cuba, con grandes medios solo gubernamentales en un sistema de partido único que controla todo, no son iguales a la del Ecuador.
Pero eso no quiere decir, ni mucho menos, que los temas que han ocurrido en nuestro país deban ser soslayados.
El domingo 3 de mayo se conmemora el Día de la Libertad de Expresión. Esa libertad, que es una deriva de la libertad de pensamiento, aterriza también en la consecuencia de la libertad de prensa en las sociedades que sienten, practican y predican la democracia.
Esa libertad de expresión y prensa sí que ha sentido y sigue sintiendo el acoso desde el poder. La incautación de canales de televisión, el cierre de una revista y un diario importante -por distintas vías y causas- , la exclusión de sus programas de periodistas como Jorge Ortiz y Carlos Vera; los casos de Emilio Palacio y el Gran Hermano; la salida del aire de Janeth Hinostroza y el más reciente -y ojalá el último- el fin del programa radial de comentarios y entrevistas de Marcelo Dotti en una radio privada, por presiones desde el poder, ilustran algunos de estos episodios, que ya no son aislados.
Los ataques en cadenas nacionales y los insultos, descalificaciones y críticas desde las sabatinas son frecuentes. Son también frecuentes y preocupantes, aunque menos conocidas, las series de constantes expedientes y procesos de aclaraciones y réplicas alentadas o encabezadas desde el poder político contra los medios privados, unas veces con razones y muchas sin ellas, que ahogan el trabajo cotidiano de los medios y de los periodistas.
Por eso es que cuando se debatían los proyectos de una Ley de Comunicación, sancionadora y controladora las advertencias eran pertinentes. A casi dos años de su expedición, el tiempo, lamentablemente, confiere razón a los que la criticaron con las consecuencias de la aplicación implacable y con dedicatoria de la autoridad para vigilar esas libertades, un derecho humano universal y consagrado en sociedades que buscan la democracia y la equidad.
Sobre la guerra planetaria a la prensa independiente que instauró el poder a nadie le queda duda después del discurso del Presidente ecuatoriano en Panamá.
El informe de Freedom House es otra mácula para el país. La lucha por la libertad de prensa y expresión es un derecho de los periodistas, los medios y la gente.