Luego de la sacudida que recibió el país por la imposición de las salvaguardias arancelarias y las sobretasas, el tema del Seguro Social y los jubilados el futuro es otro golpe duro.
El impacto es innegable. El Régimen acusa cada vez más el desgaste de ocho años de ejercicio del poder, cuyos momentos complejos fueron tapados por la bonanza económica y el despilfarro en la época de las vacas gordas. Cuando la sequía agota el presupuesto abultado -aun cuando estemos en temporada invernal-, el forraje no alcanza para alimentar la hacienda. Es tiempo de vacas flacas, la radiografía de los semovientes es patética y las alforjas vacías no alcanzan para disfrazar el escenario.
Los primeros cuestionamientos le han sobrevenido siempre a este Gobierno desde su misma entraña. La propia separación de figuras de la izquierda, para solo citar a Gustavo Larrea o Alberto Acosta, ya era sintomática de las diferencias conceptuales y hasta de lastimaduras ocasionadas por la intolerancia del estilo de liderazgo.
Poco a poco, la película se ha ido revelando hacia el rostro del pragmatismo.
Cuando la dirigencia indígena que acompañaba el proceso se volvió crítica, entonces se la tachó de usar ‘ponchos dorados’.
Cuando los Yasunidos buscaron sin éxito el mecanismo de la consulta popular para dejar el petróleo bajo tierra en una parte del Parque Nacional Yasuní, entonces volvió la descalificación ya empleada antes, de ecologistas infantiles.
Es increíble que, aunque en voz baja, se expresen los disidentes, el silencio venga desde las alturas del poder y las sanciones contra asambleístas mujeres hayan llegado al colmo de callarlas durante un mes. Es inaceptable callar a parlamentarias cuya naturaleza es hablar para argumentar, apoyar o discrepar, que es una de las cualidades esenciales de la democracia. Ese sistema se debe cimentar en la separación de poderes y nunca en la sumisión de unos poderes a uno de ellos, más fuerte y hegemónico.
Por eso es que la inexplicable imposición del camino de la enmienda para buscar la reelección ya no gustó a muchos partidarios del propio Régimen, incluidos algunos asambleístas que no lo dicen a viva voz.
Cuando el día de la votación de la Ley llamada de Justicia Laboral, varios asambleístas – hasta contar 18 – del bloque de Alianza País no se presentaron y enviaron a sus suplentes – si no votaban no daban mayoría-, más allá de las explicaciones de cada caso individual, se puede encontrar en su ausencia el germen de una división interna que va in crescendo, que no se querrá admitir.
Muchos de ellos no están de acuerdo con desconocer la deuda del Estado con el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, IESS. Muchos saben que ese reconocimiento está en el ideario escrito por Alianza País en el año 2006 y muchos están conscientes que
esa situación puede hacer peligrar las pensiones jubilares más allá de decir que cuando falte el dinero el Estado lo pondrá.
Por el tema del IESS, el aliado Avanza se va y sale Ramiro González . La grieta avanza.