Las opciones que los pueblos tenemos cuando llega el momento de votar suelen ser confusas, engañosas, legítimas, esperanzadoras o conflictivas. La danza de las campañas llenas de internas dominadas por la ambición de poder y las pequeñas vanidades, son muchas veces un grotesco minuet pasado de moda o una bullanguera y chatarresca bailanta llena de vulgaridades. La calesita política se convierte en un mareante tío vivo fuera de control, donde amigos y enemigos se entrecruzan desordenadamente.
Contando con la falta de memoria colectiva y la indiferencia de un electorado que solo reacciona con golpes de efecto mediático ante sucesos que actúan como chispas capaces de generar incendios y caídas de supuestos ídolos con pies de barro y que muchas veces resucitan viejos fantasmas de pésimos gobernantes. Estos, que han hecho muy malas gestiones que incluyeron cierres de fábricas, retrocesos en industrias otrora pujantes, aumentos alarmantes en deudas internas y externas, deterioro educativo y fomento de la violencia derivada del resentimiento social debido a esas medidas restrictivas pero que, a pesar de haber ocurrido en pasados recientes, están borrosos en la memoria popular y, por comparación con los sucesos actuales, parecen menos graves de lo que en realidad fueron.
Esa es la única explicación medianamente aceptable que este veterano firmante de 75 años encuentra para la justificación de tanto zombie político que cobra nueva vida y consenso popular no solo en nuestra Argentina sino en otros países. Los franceses dan un triunfo al hace muy poco tiempo abominado y denunciado Sarkozy por no votar a un socialismo que no supo manejar la crisis o a la ultra derecha recalcitrante xenófoba y racista. O sea que se elige lo menos peor, no lo mejor.
En Italia reverdece sus marchitos laureles Berlusconi habiendo sido exculpado de los graves cargos que se le habían no solo atribuido sino severamente imputado por los jueces más altos de ese país.
Así el perpetuo péndulo entre las extremas y las variantes más hacia la socialdemocracia o hacia el ultra neoliberalismo del capitalismo salvaje se siguen alternando con éxitos iniciales, estancamientos intermedios y derrumbes fin de ciclo. Mientras algunos aprovechan oportunidades para especular, otros pierden como en la guerra y otros se estancan en un “quiero y no puedo” frustrante y creador de un perpetuo estrés y un malestar social que hace de la vida un pequeño gran purgatorio.
El hecho de poder votar siempre será preferible a vivir bajo dictaduras que se eternizan en el poder y que no admiten modificaciones aunque sean superficiales de un sistema opresivo y sin debate.
De todas maneras, el hecho de poder votar siempre será preferible a vivir bajo dictaduras que se eternizan en el poder y que no admiten modificaciones aunque sean superficiales de un sistema opresivo y sin debate. Pero la inacción, la corruptela, la impunidad, los abusos, la agresión y el nulo cuidado del medio ambiente perjudican de manera tremenda nuestra existencia y ya va siendo hora de que los gobernantes se pongan las pilas para alimentar algo más que su vanidad y su ambición de poder y se pongan de acuerdo para hacer de esta tierra un lugar más habitable sin dividir para reinar.
Enrique Pinti / La Nación, Argentina, GDA