Columnista invitado
El triste episodio de un caricaturista compareciendo en la Supercom el 9 de noviembre del 2015 es, como casi todo lo que ocurre en el país, otra obra de Correa.
Él y su movimiento, con el afán de alcanzar más votos para controlar la Asamblea, no prestaron atención a las recomendaciones del movimiento afro y escogieron algunos futbolistas como candidatos en el 2013.
En lugar de que los representantes afroecuatorianos sean intelectuales y activistas que lleven la agenda de las organizaciones y estén formadas para discutir leyes y propuestas, escogieron a futbolistas. El Presidente de la República y sus asesores utilizaron los prejuicios raciales que ligan a los afrodescendientes con el deporte y la popularidad de los jugadores con el simple objetivo de ganar más votos.
Si bien algunos líderes del movimiento protestaron en privado por el uso de estereotipos raciales para ganar votos, no hubo un gran debate público y Correa se salió con la suya. Los señores futbolistas que se desempeñarían mejor en lo suyo de pronto tuvieron que dar discursos y ahí se enredó el señor ‘Tin’ Delgado.
La humillación a ‘Bonil’ es otra obra de Correa, que utiliza la Supercom para atemorizar y silenciar a la prensa y vengarse de quienes considera sus enemigos personales. El tema del racismo por el que las organizaciones afro han luchado desde hace mucho tiempo es demasiado serio como para trivializarlo buscando la censura de ‘Bonil’.
La lucha en contra del racismo aparece como una excusa coyuntural para castigar a un crítico del régimen. Es triste que se ataque a ‘Bonil’ por un mal chiste y no se haya cuestionado a quien utilizó prejuicios raciales de que los afrodescendientes sirven para el futbol con el objetivo de ganar votos.
También, es lamentable que las organizaciones afro, que siempre han estado en la vanguardia en la lucha en contra el racismo, no hayan dicho nada cuando Correa ha usado descalificativos racistas en las sabatinas estigmatizando a líderes de la Conaie como “limitaditos”, “mediocres”, “ponchos dorados”.
Las organizaciones afro desde el principio se aliaron con Correa con el objetivo de conseguir leyes como la de discriminación positiva. Y lo consiguieron. Pero con un costo muy alto, pues la incorporación de algunos líderes como funcionarios del régimen quitó al movimiento de cuadros que puedan movilizar a las bases para hacer cumplir la agenda de las organizaciones.
Ahora se movilizan en contra de ‘Bonil’, pero no queda claro si lo hacen para luchar en contra del racismo o para ofrecer apoyo a un gobierno que no solo censura e intimida la prensa sino que ha usado prejuicios étnicos para atacar a los indígenas de la Conaie y prejuicios raciales acerca de que los afrodescendientes son buenos deportistas para ganar votos.