Las personas enamoradas secretan una sustancia llamada dopamina,
que causa esa sensación de atracción y felicidad cuando se está cerca de la pareja. Foto: Archvo.
Esas sensaciones que estremecen su cuerpo, mezcla de nerviosismo y emoción cuando ve a su pareja, no son cosas del corazón, como advierte el adagio popular. El sudor en las manos, el incremento en el ritmo cardíaco y esa inexplicable satisfacción son cosas del cerebro.
Roberto Vallejo, coordinador de la Sociedad de Divulgación Científica Quinto Pilar, de Ecuador, lo sabe por experiencia propia y por el tiempo que ha dedicado al estudio de la ‘biología del amor’.
Cuando el enamoramiento empieza, en ese instante en que se cruzan las miradas tiernas o se dan un abrazo, el cerebro secreta sustancias como la oxitocina y vasopresina, explica. Estas reducen los niveles de cortisol, que es la hormona que causa estrés.
Por eso se da esa sensación de relajamiento, que se refleja también en la expresión del rostro. La ‘cara de enamorado’, como refiere la psicóloga Paulina Barahona. “Cuando se mira al ser amado aparece una densa proliferación de neurotransmisores que causan energía, agudizan la tensión. Se sienten audaces y vigorosos”.
Todo este fenómeno tiene un punto de partida: el encéfalo. Es la zona que se activa cuando el ser humano empieza a enamorarse gracias a la dopamina, la cual se envía después a otras partes del cerebro.
La dopamina es una sustancia que vuelve más rápidos los impulsos nerviosos. Como cuando acelera el vehículo en una carretera de línea recta.
El enamorado siente, con cada susurro de su pareja, caricia y palabras bonitas, mayor cantidad de este componente y consecuentemente genera adrenalina. Por eso esa motivación que las personas sienten cada vez que saben que se encontrarán con su amado.
Pero no es automático ni ocurre con todas las personas. La pareja Roberto Jácome y Raquel Bravo no sintió eso hasta que compartieron tiempo juntos, gracias a que eran compañeros de universidad. Comenzaron como una relación de amistad, que poco a poco fue cambiando.
Cuando Raquel le hablaba, Roberto sentía que el corazón empezaba a latir como si tuviera un corredor dentro. Poco a poco fueron descubriendo que tenían más afinidad y después de cuatro meses iniciaron una relación amorosa, que aún perdura.
Según Vallejo, drogas como la cocaína tienen el mismo efecto al hacer que la persona se sienta bien y pueden crear una adicción que es similar al del amor. Esto tiene un asidero científico.
Un estudio de la Universidad de Nueva York revela que las personas enamoradas secretan 40% menos serotonina que una persona que no está enamorada. Esto es igual que lo que registran quienes sufren un trastorno obsesivo compulsivo. Además, hay una búsqueda adictiva para calmar la exaltación, e hiperactividad.
Existen tres etapas del enamoramiento, según Vallejo. En la primera existe la atracción física donde hay una cierta atracción sexual que está regulada por mecanismos fisiológicos (como ocurrió con Raquel y Roberto). “Por lo general, a una persona le parece atractiva otra cuando tiene determinadas facciones en el rostro o ciertos rasgos físicos que esa persona considera perfectos”.
Entonces secreta sustancias como las feromonas, las cuales actúan a través del olor y hacen que ese acercamiento sea natural. El segundo momento se conoce como el “amor romántico”, que es cuando se empieza a disfrutar de pasar más tiempo con esa persona. La cantidad de sustancias que secreta el cerebro genera un vínculo más fuerte que el sexual.
Carolina Villegas se identifica con esta etapa, cuando piensa en su pareja Daniel Urencio. Empezaron su relación por la atracción física que sentían.
Creen que en esa etapa incluso no experimentaban sentimientos. Pero luego de un año de encuentros casuales se dieron cuenta de que su relación iba más allá de una “simple atracción física”. Disfrutaban compartir tiempo juntos. Cuatro años después, formalizaron su relación y se casaron.
Con este paso hacia la ‘formalidad’ se relaciona el tercer momento definido por Vallejo: la etapa de apego o “el amor a largo plazo” en la cual la pareja se acostumbra al otro pero algunas sustancias de la primera etapa ya no se secretan. Por eso, después de mucho tiempo de estar juntos, la atracción física o sexual disminuye.
Para él, la primera etapa es considerada también una fase del enamoramiento necesaria para que después se pueda establecer vínculos más fuertes con una pareja. Además, es la que permite escoger cuál es la pareja más apropiada para que se dé la reproducción. El cuerpo es el que detecta esto. Por otro lado, Barahona explica que el amor no siempre empieza por la atracción física ya que puede darse cuando hay un acercamiento o amistad.