‘Tanto la mentira es mejor cuanto más parece verdadera”, cuenta el canónigo al cura, al razonar sobre la invención de los disparatados libros de caballerías que han vuelto el juicio al hidalgo de la Mancha, y nos entrega una norma fundamental para la escritura de ficción: “Lo escrito ha de ser verosímil, apacible de estilo y con ingeniosa invención, que tire lo más que fuere posible a la verdad, para conseguir el fin mejor que se pretende en los escritos, que es enseñar y deleitar”.
Sirva esta referencia cervantina para el libro “Diplomáticos en la literatura”, ‘apacible y de ingeniosa invención’ que no precisa de verosimilitud, pues sus autores narran vidas y logros de personajes históricos. Resultado de investigación exhaustiva, muestra las luchas y sinrazones que acompañan a todo trabajo en beneficio del país. ¡Que siguieran sirviendo a la patria diplomáticos nutridos de inteligencia y fortaleza, ajenos a la frivolidad a la que el camino elegido se presta!
Carlos Abad, presidente de la Asociación de Funcionarios y Empleados del Servicio Exterior Ecuatoriano, inquiere, en enjundioso prólogo, si puede conciliarse el ámbito burocrático que exige la diplomacia, con esa suma de inteligencia, rebeldía e interrogación íntimas que precisa la tarea de escribir. Con sutil lucidez, Francisco Proaño Arandi, novelista, académico y diplomático, elige, examina y critica los textos estudiados; Alejandra Adoum realiza los minuciosos estudios biográficos, y aunque los pasajes de los autores-diplomáticos citados en el libro no son solo literarios, todos están magníficamente escritos. He de relevarlo, pues en tiempo de logros superficiales y fáciles, resulta arduo encontrar entre nosotros a alguien que escriba bien. Sorprende y encanta el estilo en que se escribían informes, comentarios, cartas, como si cada documento fuera digno –y lo es- de la mejor palabra.
No extrañe que yo haya buscado, entre tantos nombres ilustres, los de quienes pertenecieron a la Academia Ecuatoriana de la Lengua. No es un dato ilusorio: demuestra, a la vez, la exigencia de la Academia y la relevancia de sus miembros. Entre los 44 personajes citados, 24 fueron académicos: Raúl Andrade, Alfonso Barrera, Leopoldo Benites, José Rafael Bustamante, Jorge Carrera Andrade, Benjamín Carrión, Gonzalo Escudero, José Modesto Espinosa, Antonio Flores Jijón, Renán Flores Jaramillo, Cristóbal Gangotena y Jijón. Francisco Guarderas, Darío Lara, Numa Pompilio Llona, Hugo Moncayo, Alfredo Pareja, Victor Manuel Rendón, Jorge Salvador Lara, Filoteo Samaniego, Carlos R Tobar, Francisco Tobar García, Carlos Tobar y Borgoño, Honorato Vázquez, Gonzalo Zaldumbide.
Confío en haber contribuido a acercarles a este hermoso volumen. Bello por su contenido, por el arte de su diseño, diagramación e imágenes. Su lectura nos ayudará a liberarnos de las noticias fáciles con que nos hoy abruman las redes de comunicación, y a sentir la sugestión de palabras talentosas y bellas, en una lectura insinuante, lenta, que envía a otra, a otras.