¿Qué ha hecho Guillermo Lasso –supuestamente el jefe de la oposición ecuatoriana- por liberar a los estudiantes del Mejía? ¿A él le parece que puede ir predicando sobre un referéndum sobre la reelección presidencial mientras jóvenes están siendo procesados penalmente solo por protestar? ¿Dónde estuvo Guillermo Lasso cuando se cayó el proceso de consulta sobre el Yasuní-ITT organizado por los Yasunidos? ¿Por qué no fue el primero en apoyarlos, en exigir el debido proceso y exigir esa consulta, la más democrática hasta ahora porque ya contenía miles de firmas de ecuatorianos, de muchos colores políticos y tendencias? Según se ha visto, el líder de la oposición se ha conformado con aparecer y desaparecer con declaraciones en la prensa, según la agenda noticiosa del momento.
Si el líder máximo de Alianza País hubiera soñado con el contrincante ideal, nunca le hubiera salido tan bien. Guillermo Lasso es simplemente perfecto: banquero, conservador, aristócrata y para gran beneficio de los verdeflex, alejado de las más básicas preocupaciones nacionales del día a día. E
s el candidato más fácil de vencer y, al mismo tiempo, la representación más acabada de que no hemos aprendido nada como país. Porque después de la era plutocrática de principios de siglo y el feriado bancario de principios de siglo, se necesita realmente ser de teflón para ser banquero y buscar la presidencia del Ecuador.
Es como si después de la debacle del 2008, el presidente de Goldman Sachs quisiera ser presidente de los Estados Unidos. Y no es que exista algún impedimento legal, tan solo por simple sentido común. Este es un momento extremadamente difícil para muchos ecuatorianos que están luchando por ser escuchados sin temor, es el momento de la unión por mantener lo poco que queda de democracia.
El temor a la reelección debería ser la última de las preocupaciones, mientras opositores políticos sigan en la cárcel o perseguidos. Guillermo Lasso puede ser un gran actor de cohesión de alguna parte de la derecha y centro a la hora de concertar una oposición de consenso, pero por generosidad con el país, debería dar un paso al costado como opción presidencial.
Es hora de dejar de jugar a que existe transparencia e institucionalidad no co-optada en las instituciones del Estado. Es hora de ser realista y saber de antemano que ninguna petición de consulta popular o referéndum va a pasar en ninguna parte, CC, CNE o cualquier otra instancia si es que el líder así no lo desea.
Es hora de dejar de perder tiempo en un sistema legal donde el cinismo es la norma.
Claro que hay salidas, pero eso pasa por organización social, consensos generales alrededor de una idea clara de democracia, solidaridad con los caídos en esta lucha, inclusión de varios grupos y tendencias políticas, es decir es hora de mucho trabajo y sacrificio. Soñar, no cuesta nada.