La reelección del Mandatario boliviano está fundamentada en las favorables cifras de la economía del país. En el 2013 el PIB creció sobre el 6% y para este año se prevé un índice del 5,2%, que lo convierte en el país sudamericano que más crecerá en 2014. Una sólida base macroeconómica concede estabilidad política, sin perjuicio de expresiones radicales o revolucionarias que no devenguen en confrontaciones reales.
Debe destacarse que la administración de Morales ha mantenido una aceptable disciplina en las cuentas fiscales, lo que ha marcado un claro contraste con otros países inscritos o fanáticos del neopopulismo. La nacionalización de los hidrocarburos de 2006 le permitió, por los altos precios del gas natural, una intensa política de distribución que benefició a los sectores de menores ingresos pero de un gran peso en la sociedad boliviana; entre otros logros, alcanzó la disminución de la miseria en uno de los países más pobres del continente. Antes que el gasto estatal desorbitado priorizó el asistencialismo directo.
Sin embargo, debido a posturas internacionales la inversión extranjera ha sido reacia a participar en Bolivia, esperando que esta ratificación política –que ha despertado sorpresa y expectativa en el escenario continental- cambie las reglas del juego y que el Gobierno establezca bases de seguridad jurídica que no existen en países de signo político o ideológico similares.
Sorprendieron en la reelección los resultados en el poderoso sector económico y empresarial de Santa Cruz de la Sierra que, años pasados, llegó al borde del separatismo. Esta inteligencia estratégica no proviene de fuentes castristas o chavistas donde la confrontación constituye un emblema sin que importen los resultados, como sucedió en el Ecuador con las elecciones del 23-F, las marchas de Quito y Guayaquil del 27 de agosto y las encuestas recientes sobre la reelección indefinida.
Aunque es usual en los mandatarios que se ubican en la vertiente del neopopulismo, existe expectativa para conocer si aprovechando el arrollador triunfo, el Presidente escoja la ruta de la reelección indefinida. Hay que considerar que la plenitud que produce inicialmente el triunfo en las urnas obnubila e inclina la gestión hacia esa opción; sin embargo, esto no implica que en el futuro aparezca un serio desgaste o nazcan otras alternativas.
Es importante para analizar la situación boliviana partir de los siguientes hechos: la historia política, la polarización estructural entre los sectores blanco-mestizo e indígena, así como los recursos gasíferos que establecen parámetros diferentes a sus pares de Ecuador, Venezuela y Argentina.
Por tanto, es importante reflexionar sobre las frases de Miguel Ángel Bastenier en El País de Madrid: “Con todo su griterío antiimperialista y homenaje al castrismo fundacional, es por su construcción de una nueva Bolivia por lo que Evo arrasa”.