Dada la promoción de las marchas de ‘revolucionarios’ y trabajadores, el miércoles 27, decidí caminar rumbo a la Plaza Grande y esto es lo que vi: la Plaza estaba verde, habían plantado estacas de 1 metro de altura para proteger los jardines que ocupan el 80% del espacio, completando el cerramiento con plástico verde. Un batallón de policías con uniforme verde cuidaba las bocacalles y circulaba por entre los plásticos. Una gran tarima verde en la puerta de La Catedral estaba repleta y un ‘DJ’ gritaba las bondades de la revolución, sin que se le entienda. Restados los policías, habría 500 verdes que mayoritariamente no hablaban como quiteños. Caminé hacia la Chile y Guayaquil para aprovechar la cuesta y esperar a los trabajadores. La cabeza arribó a las 16:20, mientras la cola estaba en la matriz del IESS, según un funcionario que me telefoneó desde las oficinas. La prensa habla de 12 cuadras de trabajadores, que multiplicadas por 300 por cuadra, dan 3 600 personas no verdes. Otro batallón de efectivos de negro con escudos les impidió entrar en la plaza y en buena hora, porque gritaban contra la revolución, estaban enojados y el resultado habría sido trágico. Aquello de que: ‘si ponen 300 nosotros ponemos 3 000’, fue cierto pero al revés.