Al comenzar el siglo XX -en 1901- el transporte en Quito funcionaba gracias a los coches y caballos. Los relatos anotan que había siete agencias urbanas y una interprovincial de coches. Una de ellas, La Reina, era de los hermanos César y Carlos Mantilla Jácome, dos jóvenes con sentido empresarial que un día vieron un ejemplar del New York Times y concibieron la idea de fundar un periódico independiente. El primer automóvil circuló en las estrechas calles capitalinas en 1901, cuando el joven pelucón Carlos Álvarez Gangotena trajo en un barco, atravesando el estrecho de Magallanes, un Dion Bouton que compró en la Exposición Mundial de París.
La primera agencia de automóviles fue La Veloz. Sus jefes fueron Manuel Jijón Azcázubi, Enrique Gangotena y Nicanor Correa, todos de la crema capitalina. Trajeron cinco automóviles -también Dion Bouton- para viajar hasta Ambato y Riobamba. Una novedad más fue que contrataron choferes franceses, capitaneados por Louis Pigeaud. En 1911 hizo su aparición el tranvía, pero inicialmente halado por caballos, como sucedió ese año para brindar transporte a un circo. En 1914 llegó hasta la avenida Colón y fue un importante medio de transporte hasta su final en 1946. ¿Por qué murió el tranvía? Llana y simplemente porque en 1930 hizo su aparición el ómnibus y fue ganando terreno gracias a su facilidad para moverse, sin necesitar -como su rival- de rieles para sus desplazamientos. Al principio hubo unas pocas líneas, entre ellas la Colón-Camal y la Belisario-Huáscar. La era moderna fue un gran salto y el Quito de ayer fue pasando a la historia, dando paso a un gigantesco crecimiento poblacional con todo lo que eso significa en materia de transportación. Hasta llegar a la increíble suma de 2 millones 800 mil viajes diarios, mientras una comisión se encarga de llegar a una definición sobre el Metro y cuando está en pie un pedido para que se haga efectiva una elevación del precio de los pasajes.
Con todos estos detalles se llega a la conclusión de que el período Rodas, que comenzó hace 100 días, tiene otra responsabilidad enorme. A estas alturas ya no se trata solo de una alza del precio del transporte quiteño. Simultáneamente tiene que realizarse un gran cambio en la movilidad de la ciudad. Por ejemplo, se han dado ya algunos pasos para organizar el programa de la “caja común”. Todo debe venir conjuntamente. El informe sobre el Metro, un plan completo de reorganización, con el nombre que sea, y el alza de las tarifas, moderada por cierto.
Si eso sucede, el alcalde Rodas y los suyos van a tener la misión de poner en marcha ese plan de reorganización. Hay aspectos interesantes en la modalidad “caja común” y no falta la voluntad de los trasportadores, por lo que se ha podido escuchar. Se trata, obviamente, de tareas difíciles pero necesarias. Al mismo tiempo va a ser una oportunidad para servir a Quito en una tarea compleja pero trascendente, luego de que el Alcalde y los concejales han puesto de manifiesto su anhelo de responder a grandes retos que plantea el Quito de hoy, lindo pero jodido.