Esta es una pregunta que le hacen al periodista Evan Ratliff: ¿Cuál es el secreto de una buena historia multimedia? Ratliff es cofundador de The Atavist, sitio que dedica a los grandes reportajes multimedia, creado en el 2010.
La respuesta: “Debería ser visualmente sorprendente. Al abrirla, uno tiene que sentir que tiene delante algo distinto. Y luego debe tener algún gancho emocional que sea capaz de atrapar al lector.
Nosotros no solemos hacer periodismo de investigación. El objetivo de cualquiera de nuestras historias es entretener y dejar al lector con un sentimiento”.
La Internet ha colocado un reto a los periodistas y a las empresas de comunicación: ¿cómo hacer que el contenido sea tan apreciado por los lectores que genere recursos? The Atavist cobra por sus historias (que van de 5 000 a 30 000 palabras) y con elementos multimedia, pero apunta a otro recurso: los sentimientos.
El lector en digital busca que las historias sean cercanas a su cotidianidad, que no necesariamente es la misma que la de los periodistas. El lenguaje en la plataforma digital apela a los sentidos, a las conclusiones y a lo que deja una historia.
Los expertos más optimistas aseguran que los impresos desaparecerán en 10 años y eso ha generado algunos sustos en los medios tradicionales. En EE.UU. y Europa los más grandes han estructurado y experimentado estrategias digitales con triunfos y fracasos. De ahí se ha aprendido en América Latina y se avanza a pasos más lentos.
Una de las cosas que se ha aprendido es que los públicos son distintos para la plataforma tradicional y la digital. El error que comenten los medios tradicionales es trasladar sus contenidos, sin ninguna estrategia editorial, a la plataforma digital.
El periodismo es el mismo, pero el lenguaje es otro; es uno que atrape al lector y que le cuente historias distintas a las que están en las redes y en los medios tradicionales. Las historias se construyen sobre los temas de la gente de a pie.