Estamos próximos a festejar el Bicentenario de la Independencia y por actos culturales, literarios e históricos no faltarán, lo cual constituye una buena manera de mantener la mente y el tiempo ocupados para romper la cotidianidad politiquera.
Más allá de tales celebraciones, es importante que los ecuatorianos nos detengamos un momento a reflexionar sobre nuestra historia y autoanalizarnos de qué le han servido al Ecuador 200 años de libertad.
¿Verdaderamente hay libertad de pensamiento en el país, especialmente en este mandato?
Los libros de historia y mi trajinada vida me han enseñado que si alguien miente en el Ecuador son los políticos y que esta gente tiene como principio y fin de sus campañas y administraciones, ‘castillos en el aire’ construidos sobre la base del engaño y la falsedad y algunitos, que abusan de su inteligencia y facilidad de palabra, para despotricar, injuriar y descalificar a todo desgraciado ciudadano, nacional o extranjero que tenga la desventura de cruzarse en su camino y que no piense igual que él, para con los peores epítetos decirle hasta de lo que se va a morir, en lugar de ser ponderado y tener buen humor y liderazgo como un gran estadista.
Luego de tantos años, es hora que los políticos sean realistas, que actúen con sentido práctico, dejando a un lado la mentira como forma de gobierno, lo que constituiría el mejor homenaje al Bicentenario del 10 de Agosto de 1809.