Eric Leeper, profesor de MacroeconomÃa de la Universidad de Virginia, algunos años atrás efectuó un importante trabajo en el marco de la estabilidad económica y su relación con la polÃtica monetaria y fiscal. En cortas palabras él demostraba que aun cuando existan estos dos brazos de polÃtica económica, ambas no pueden jugar de la misma forma. Cuando una sea la que esté activa, la otra tiene que asumir un rol pasivo. Caso contrario, la economÃa entrarÃa en una senda de profunda inestabilidad.
Una polÃtica monetaria activa se da por ejemplo cuando el Banco Central, a través de operaciones de mercado abierto, busca generar cambios en la oferta de dinero de la economÃa que a la postre influenciarán el PIB, los precios y el empleo. En nuestro caso, al estar dolarizados, esta polÃtica no existe y, en consecuencia, nuestra polÃtica fiscal es la que tiene que asumir un rol activo.Â
En este sentido, desde el 2000 hasta la fecha, los gobiernos en el Ecuador tendrÃan que haber administrado los ciclos de la economÃa a través del gasto público, el endeudamiento y de su polÃtica tributaria. Sin embargo, las crÃticas más álgidas de los gurús a las diversas administraciones gubernamentales en este tiempo han pasado paradójicamente por sus manejos en la polÃtica fiscal.
Lo cierto aquà es que las recientes reformas tributarias han traÃdo consigo algo que va en lÃnea con los hallazgos de Leeper. Y es que estas han dado al Ejecutivo la capacidad para determinar tarifas de ciertos impuestos dentro de un rango determinado, cosa que antes no existÃa. Ahora, tanto en el IVA como en el ISD, el Ejecutivo tiene espacio de maniobra en lo referente a sus tarifas y con ello aumentar su rol activo en la polÃtica fiscal.
Esta innovación en el marco tributario, más allá de si fue casual o premeditada, pone a la polÃtica fiscal en el deber ser. Dicho esto, ¿será entonces que el siguiente paso debe ser la generalización de este concepto de la tarifa flexible a todos los demás impuestos?