Los días del año 2023 se han acomodado para siempre en un espacio del baúl de los desgarradores recuerdos, dejándonos impresas las vivencias de uno de los períodos más amargos en la historia de nuestro país, herido, desde tiempos pasados, con facturas lacerantes: revoluciones intrascendentes, tiranías, corrupción, derrotas bélicas y diplomáticas que culminaron con la sangrante mutilación del suelo patrio. Nos desespera ahora el actual apoderamiento del país por el crimen organizado y sus gigantescos e incontables tentáculos que ahogan a la justicia, se introducen en todos los mandos policiales y militares, en la Asamblea Nacional, en la política y sus partidos mayoritarios, en las altas cortes, en la administración pública, en el periodismo y hasta en el fútbol.
Culminó un año alborotado, trágico, violento, repleto de asesinatos en las cárceles, en las calles y hasta en los hogares. El país se transformó en un escenario de terror. Las lágrimas y el sufrimiento de madres, esposas, hijos y familiares de los fallecidos, se complementó con la presencia tardía de los policías que, luego de contar los proyectiles utilizados, ofrecían descubrir a los sicarios; muy rara vez lo lograban y si los encarcelaban, en muy corto tiempo se los veía libres nuevamente, por decisión de jueces y fiscales coludidos con los delincuentes. Por otra parte, los malos manejos económicos vaciaron las arcas fiscales y ocasionaron un déficit de seis mil millones dólares. La situación fiscal es tan compleja que 200.000 compatriotas emigraron, en busca de mejores oportunidades, muchos de ellos acompañados de pequeños hijos, a través de rutas extremadamente peligrosas, que ocasionalmente cobraron las vidas de los forzados viajeros. Campea la inseguridad jurídica como caldo de cultivo del crecimiento del delito y del riesgo país, que ahuyenta a la inversión extranjera. También afecta la carencia de trabajo, apenas el 35% de ecuatorianos tienen empleo formal.
Los albores del nuevo año, llegaron con esperanzas y optimismo, la Fiscal general, Diana Salazar, destapó una trama de corrupción insólita, mediante una prolija investigación en el caso denominado Metástasis y enfrenta una feroz batalla con las mafias narco criminales en las que ha identificado identidades entre las que se encuentran el presidente de la judicatura, responsable de la administración y disciplina del área judicial, el director del SNAI, jueces, fiscales y guardias penitenciarios; más esta gestión histórica se ve ensombrecida por la amenaza del correísmo de enjuiciar a la ejemplar Fiscal General, en desesperado afán de obtener impunidades.
Sorpresivamente el presidente, cuyo triunfo fue muy bien acogido, concretó un obscuro acuerdo con el correísmo y con el socialcristianismo y plantea una consulta popular tibia con preguntas que no se orientan a corregir el desempleo y las leyes laborales, ni a combatir la recesión económica y extraditar a los delincuentes. Es un cuestionario que carecede propuestas estructurales y se encamina a encuadrarse en el cuestionado convenio.
El país necesita que el Señor presidente sea coherente con las urgencias y emule la admirable gestión de la extraordinaria Fiscal General, doctora Diana Salazar.