Es Lasso. No hay duda. Es el presidente más correísta, luego de Correa, por supuesto. Lo vi desde el primer día. Cuando no renovó las instituciones, cuando reconfirmó a funcionario tras funcionario en las instituciones clave. SRI, ministerios, secretarías, las personas que se habían acostumbrado a la corrupción, al trato déspota con los ciudadanos, a despilfarrar y no rentabilizar los escasos bienes públicos. Esos, justo esos, eran los qué se quedaron.
“¿Qué renovación institucional pretende Lasso, si mantiene los equipos de funcionarios de Correa?” Recuerdo que con colegas abogados comentábamos estupefactos la continuidad que planteaba el Presidente apenas se posesionó. Estábamos absortos y decepcionados.
Corrupción hasta en su familia, y el Presidente protegiéndolos. Protegió a Danilo Carrera. Se indignó como lo hacía el expresidente criminal y prófugo, con la misma molestia, con la misma sorpresa pretendida. ¿¡El!? ¡Jamás! Y luego también atacó a la prensa.
No hay corrupción, lo que pasa es que hay mala prensa. El escándalo del caso Gran Padrino, no fue culpa de Cherrez, Cortázar, Luque, no, no, no, no. Fue culpa de La Posta. Ese guión ya lo habíamos escuchado y lo sabíamos de memoria. Pero yo no pensé que vendría del “antipopulista”.
Mentiras, a mansalva. Prepotencia y exacerbación del ego, a granel. Solo le falta destruir un partido y reciclar otros… bueno, está en camino, CREO ya es un muerto, y ya se rumorea que los náufragos están buscando fundar o retomar otras organizaciones.
¿Faltaba algo más? Ah, sí. Aprovechar los mecanismos presidencialistas de la Constitución para beneficio propio. La muerte cruzada está muy justificada por la ineptitud de la Asamblea. Eso está claro. Pero el Presidente correísta no la ejerció cuando era pertinente. Por ejemplo, cuando el parlamento se negaba a tramitar los proyectos de ley. No, el Presidente la ejerció tarde y mal, cuando le beneficiaba a él.
La razón, nunca estuvo preparado para ser presidente. Esto también comparte con Correa.