Servio España firma los últimos papeles para recibir un crédito de USD 50 000. En el escritorio de al lado, Ramiro Mullo hace lo mismo, pero por 10 000. José Galarza, en cambio, espera en la fila para pedir un crédito de USD 20 000, mientras un centenar de personas pregunta por créditos más pequeños.
Ellos saturan las oficinas del primero y segundo pisos del Banco Nacional de Fomento (BNF), en la 10 de Agosto y Antonio Ante (Quito). El área más atiborrada es la del crédito para quienes reciben el Bono de Desarrollo Humano. Es martes 2 de marzo y una fila de 100 personas espera desde las 08:00.
Desde que subieron el bono y aparecieron nuevas líneas de crédito con tasas de hasta el 10% de interés, los clientes aumentaron para el Banco. De ahí que el año pasado se entregaron USD 718 millones en créditos. En 2008 fueron 615 millones, según cifras de la entidad.
España, un empresario textil de P&P Compañía Limitada, pidió un crédito en enero pasado para invertirlo en la compra de dos máquinas bordadoras.
Su firma confecciona y realiza bordados en gorras, bolsos, maletines, chompas, jeans, camisetas, etc. Se trata de artículos promocionales que incorporan las marcas de sus clientes, entre los cuales están Etafashion, Esika, Avon, Confiteca, Yanbal.
Las dos nuevas máquinas se sumarán a las dos que tiene en un pequeño taller, donde los cuatro operarios apenas se pueden mover. El lugar, en Carcelén (en el norte de Quito), es arrendado, pero en dos meses se mudará a un galpón, cuando lleguen las bordadoras de Japón. En la siguiente cuadra tiene otro taller de maletines y mochilas, donde trabajan 12 personas.
Con la nueva inversión, dice que contratará otras 20 personas y producirá más, porque la demanda de estos accesorios creció desde que subieron los aranceles. “Ya no hay productos chinos y eso nos ha favorecido”.
Juan Venegas, un importador de máquinas bordadoras, cuenta que cinco de sus clientes han pedido créditos en el BNF.
Los créditos otorgados por el Banco a las diferentes actividades productivas sumaron USD 583,2 millones, en 2009.
Ramiro Mullo fue uno de los beneficiados. Él es un fabricante de todo tipo de muebles en El Rosal, cerca de Toctiuco. Los USD 10 000 que obtuvo servirán para comprar materia prima (madera, clavos, laca, pintura…).
Dice que el crédito pagará en tres años y el interés le representará USD 1 300. “Nunca había podido hacer un préstamo tan fácil como ahora. El trámite ha sido rápido. Estoy contento porque puedo trabajar más, voy a contratar a más gente y tener más utilidad”.
Su taller El Gato está en la parte posterior de la casa. Trabajan cuatro personas, pero en junio contratará cuatro más. Sus muebles vende, por ejemplo, a los almacenes de la Santa Prisca.
Mientras espera en la fila del BNF, José Galarza cuenta que empleará el crédito para comprar materia prima. Su empresa Construmet, en Puembo, fabrica infraestructuras metálicas para la construcción. Es socio del BNF desde hace 15 años y en ese tiempo ha pedido varios préstamos.
Al lado suyo está Rita Soto, quien quiere renovar su crédito para ampliar su tienda de abastos en el barrio La Bota. Hace dos años hizo su primer préstamo de USD 2 000 con los que empezó su micronegocio y ahora solicitó 2 000 más. “La tasa es muy buena, al 5%, y se paga a los dos años”.
Otros clientes como Byron Quinga, en cambio, no están satisfechos con la atención. Se siente discriminado por su edad (28 años), pues no es apto para conseguir un crédito mayor a USD 2 000. Necesita el dinero para invertir más en su local de computadoras y telefonía en Chillogallo. “La tasa de interés es buena, pero deberían ser más ágiles en los trámites”. El crédito pidió en noviembre del año pasado y desde entonces no le aprueban.
Afuera del BNF, mujeres y hombres que quieren un crédito con el bono siguen en la fila. Luego de dos horas, pasan a un salón, en el que un asesor da las explicaciones y requisitos para tener un crédito.