Una luz suave pinta de naranja el escenario. De inmediato, 10 residentes del Instituto de Neurociencias aparecen frente al público con gabardinas rojas y amarillas. Con ellos, el teatro volvió a abrir su telón a la salud mental en este centro de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.
Después de cinco años retomaron las presentaciones teatrales el pasado 23 de febrero del 2023. Las obras son parte del programa de rehabilitación del área de residencia, que alberga a personas con discapacidad psicosocial.
Los actores dieron forma al libreto de El teatro todo (lo) cura. Lo hicieron con sus historias, para romper los estigmas sobre las enfermedades de salud mental y demostrar que tienen una vida, como cualquiera.
“Son personas que tienen una enfermedad mental. Eso es una cosa que tienen, no es todo”, dice Víctor Acebedo, director teatral.
Rumbo a sus historias
La pantalla en el fondo del auditorio del Instituto de Neurociencias proyecta un avión atravesando una tempestad. Es un vuelo para llegar a la memoria de los actores, un viaje hasta alcanzar aquellos recuerdos que siguen frescos en sus mentes.
“Hemos llegado a nuestro destino, abrazando la memoria”, anuncia un aeromozo. Entonces se oyen las voces de los residentes.
“Soy Ana, me gustan las manualidades, la bisutería y quiero estudiar belleza”. “Soy Julio, nací en Hong Kong y estudié ingeniería en la Universidad de Oklahoma”. “Soy María, tengo 30 años en el Instituto y aquí todos me tratan bien”. “Soy Antonio, era comerciante en la Bahía”.
La sicóloga María Cristina Game trabaja en el área de Residencia Asistida del Instituto de Neurociencias. Ese ha sido el hogar de María, quien lleva años allí sin saber de su familia. Para la especialista, el teatro es una oportunidad de inclusión y para romper los estigmas sobre la salud mental.
“Es parte del nuevo modelo de rehabilitación que les permite estar en contacto con experiencias cotidianas y reales. El teatro estimula sus capacidades cognitivas, les ayuda a desarrollar aquellas que han perdido y les permite mantener la esperanza. La meta es que algún día puedan pasar las puertas de la residencia”.
Arte para rehabilitar
El teatro aplicado a la salud mental permite desarrollar técnicas básicas. “Con las canciones activamos la repetición y la disciplina, la danza les ha venido bien luego mucho tiempo sin actividad por la pandemia y con el teatro restablecen las habilidades de comunicación”, dice Acebedo.
Nancy es una de las actrices más experimentadas del Instituto de Neurociencias. Ha sido parte de las primeras obras y aún recuerda esos viejos libretos. Esa habilidad, la retentiva, la descubrió tras el telón.
“Cuando conocí a Víctor -el director- le pedí trabajar en una de sus obras, porque soy inteligente, capto todo”, dice con inocencia y naturalidad. “Cuando hago teatro me siento útil, divertida, como si estuviera volando en un avión yendo a mi destino, mi casa”.
Para la sicóloga Game, el arte da un giro a la forma de percibir al paciente siquiátrico crónico, del que se piensa no tiene posibilidad de mejora. Para mostrar lo contrario, la especialista aplica el concepto de neuroplasticidad al teatro.
“El cerebro puede adaptarse y adquirir nuevos conocimientos, sin importar la edad. Eso quiere decir que una persona con un trastorno de muchos años puede adquirir habilidades, que incluso le permitan tener más autonomía”.
Volviendo a las tablas
El teatro como apoyo a los programas de salud mental no es nuevo en el Instituto de Neurociencias. Susana Ordóñez, jefa de Residencia, recuerda que la primera vez que vio una puesta en escena supo que habría buenos resultados.
“La gente puede saber, a través de la obra de teatro, que los residentes son personas con talento y habilidades. Cada uno tiene algo especial y lo pueden demostrar a través del teatro”.
Las primeras presentaciones fueron en el 2010. En ese tiempo estrenaron Don Quijote que no es Ponce, que fue parte de una campaña para acabar con los prejuicios del antiguo modelo de atención bajo la figura del manicomio.
Hasta el 2017, Acebedo recuerda que tuvieron ocho puestas en escena. En una de las obras concentraron a más de 15 000 espectadores en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC).
Ahora planifican ampliar El teatro todo (lo) cura. Con el apoyo de la fundación El Porvenir y Ubriaco Investigación Teatral se alistan para extender el libreto con más historias de vida de los actores. La nueva obra se presentará en julio.
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