Es lunes y en Sumaypamba es día de feria. En la cancha central de esta parroquia del cantón Saraguro, al norte de Loja, hay poco movimiento. 10 productores de cebollas llegan al sitio.
Ellos venden la hortaliza (de 10 a 12 quintales cada uno) a los intermediarios, que luego comercializan en los mercados de Azuay y Guayas. Bolívar Torres, de 55 años, está presuroso. Desde una camioneta baja 10 quintales del producto.
En la cancha de cemento, seis comerciantes lo miran y analizan la cebolla. Ellos observan si está grande y corren hacia Torres. Cada intermediario tiene un marcador para identificar los sacos con su señal.
Torres no está conforme. Recibió USD 15 por el saco, pero no es el precio que pedía. “Vale 20 ó 25, pero en los últimos tres años la demanda bajó y hay que vender barato”. Para él, la causa es el ingreso de la cebolla peruana. Este lojano recuerda que hace cinco años vendía de 150 a 200 quintales cada seis meses.
José Luis Neira es ingeniero agrónomo y cultiva en la zona. Según él, la cebolla peruana al ingresar de forma ilegal no paga impuestos y su valor es menor.
En la Feria Libre de El Arenal, al este de Cuenca, las tres libras de cebolla nacional valen USD 1 y por el mismo precio se obtienen cuatro libras de la peruana.
Por ello productores, como Torres y Neira no venden las mismas las cantidades que antes. Neira comenta que Ecuador demanda 140 000 toneladas de cebolla al año y la producción local es similar.
Pero se exportan 80 000 toneladas anuales a Venezuela a través de Colombia. “Ese déficit se podría recuperar en dos años máximo si los precios mejoraran”, dice Neira. Ahora es aprovechado por la cebolla peruana.
Desde hace un año, él envía cartas a diferentes instituciones de control como la Aduana, el Servicio de Rentas Internas y hasta dos fueron dirigidas al presidente, Rafael Correa.
Su idea es contar el problema de los 2 500 productores de cebollas de las comunidades de Sumaypamba, Llushapa, Manu y Yuluc (Saraguro). No olvida la última semana de diciembre pasado cuando el precio del costal de cebolla cayó a USD 2. “Fue lo peor que se vio”.
Desde ese mes, los productores buscan soluciones. Pensaron en cerrar la vía que une a El Oro con Azuay o seguir enviando cartas. Optaron por la segunda.
Hasta ahora, cuenta Neira, lograron que un delegado del Ministerio de Agricultura, Wilfrido Salazar, les visitara.
Neira expresa que campesinos como Torres invierten hasta USD 600 para cultivar 2 500 metros cuadrados.
De este espacio obtienen hasta 100 quintales cada cuatro meses. Su producción comercializan a precios bajos. “Eso desalienta, por ello dejan la cebolla y cultivan pimiento”, dice Neira.
Uno de ellos es Wilfrido Ortega, quien perdió dinero con la cebolla. Ahora también cultiva pimientos, “que se vende bien”.
Pero este nuevo cultivo es temporal hasta que los de la Costa se recuperen del invierno, expresa Neira. “Luego los productores costeños repuntarán y los agricultores de Sumaypamba se quedarán sin mercado”.