Abril, mes de utilidades. Esta es una época en que la oferta de instrumentos para invertir en la bolsa atrae al ciudadano que tiene disponibles montos pequeños, medianos o grandes.
John Alvarado Arias es uno de los interesados en ingresar al mercado de valores. Dice que tiene algo de experiencia en ahorrar dinero, pues hace tres años invirtió USD 500 en una póliza de acumulación.
Él trabaja como asistente contable en una compañía de transporte urbano en Guayaquil y acaba de recibir USD 400 de utilidades y otros 100 de un remanente de su sueldo.
Aunque muchos de sus compañeros creen que es un capital ínfimo para transar en la Bolsa, Alvarado, de 25 años, piensa que alguna opción debe existir para quienes manejan estos montos.
Y tiene razón. El vicepresidente de la Casa de Valores Citadel, Xavier Neira Salazar, señala que un pequeño inversionista puede comprar títulos que pagan una tasa de interés fija y cuyo vencimiento es a corto y largo plazos.
El papel comercial o los certificados de depósito, que tienen vigencia de hasta un año, están en el primer grupo, mientras que las emisiones de obligaciones y titularizaciones van en el segundo grupo. El rendimiento de estos papeles estuvo entre 7,04 y 8,84% en el 2009 (ver gráfico).
Y si estos papeles están desmaterializados es más accesible para los pequeños inversionistas.
Una emisión desmaterializada no requiere de un papel o título y se acomoda a la disponibilidad del inversionista, dice Alfredo Baranderán, presidente de Adfins SA Casa de Valores. “Si tengo 4 500 ó 7 200 no hay problema”. Antes los títulos venían en cartulinas y prefijados con valores de 20 000, 50 000, etc.
La inversión se registra en una cuenta electrónica a nombre del comprador. Además, permite que varios interesados sumen sus montos hasta llegar al valor total de una emisión.
A ella puede acceder un pequeño inversionista con montos de USD 500, 1000 o más.
Sin embargo, se recomienda que las inversiones en la bolsa se hagan a partir de USD 1 000.
Es por un tema de costos, dice Katiuska Viteri, presidenta de la Asociación de Casas de Valores, ya que toda transacción debe pagar una comisión del 0,09% a la Bolsa de Valores y otra a la casa de valores, la cual se pacta libremente con el cliente.
En montos menores, la rentabilidad que obtiene el inversionista se diluye en los costos de la transacción, lo cual puede alejar al cliente del mercado bursátil.
El ‘secreto’ para invertir en la Bolsa es tener la mayor cantidad de información posible, lo cual se obtiene en las casas de valores. Los asesores están conectados en línea con el resto de casas de valores y conocen quién está vendiendo o comprando acciones, papel comercial, obligaciones, titularizaciones, etc.
Una visita a estas oficinas, que básicamente están en Quito y Guayaquil, puede durar cinco minutos o dos horas, según la cultura bursátil del cliente.
Los asesores realizan una tarea de investigación del cliente y de sus necesidades, ya sea para registrar el origen de los recursos como para descubrir los papeles que se ajusten a su necesidad.
Es un error, por ejemplo, comprar una acción cuando el cliente necesita su dinero en seis meses. En ese caso es mejor un papel comercial, que pague el capital en menos de un año.
Si la necesidad es vivir de los rendimientos hay papeles que pagan intereses trimestralmente y el capital al final. Las personas que buscan invertir para la educación de sus hijos pueden optar por una mezcla entre acciones y papeles de renta fija, con lo cual tienen seguridad y un poco más de rentabilidad.
Los más jóvenes, que tienen menos aversión al riesgo, están optando por invertir en acciones, dice Viteri, quien maneja una cartera de 1 500 clientes personales y 70 institucionales.
Cada una de estas opciones es tomada en cuenta por John Alvarado, quien espera acertar en la decisión que tomará para invertir sus recursos.