Desde 2016, el Consejo Directivo del IESS es disfuncional. Esta situación anómala durará hasta adentrado 2023.
El Consejo Directivo lo integran tres representantes que duran cuatro años en sus funciones: de los trabajadores, empleadores y gobierno. Este último lo preside. El sistema funcionaba. Pero en 2016 la Corte Constitucional consideró que la normativa de designación era insuficientemente democrática, y la derogó. Como consecuencia, no hubo como designar representantes de trabajadores y patronos. Los electos en 2012 quedaron prorrogados y dejaron de rendir cuentas a los gremios que los eligieron.
En 2021 la Asamblea llena el vacío legal. Arma un complicado sistema de colegios electorales y de votación de todo afiliado al IESS y todo empleador. Dispuso que la presidencia del Consejo sea rotativa entre los tres integrantes en períodos de 16 meses. Temiendo la politización del Consejo Directivo, el presidente vetó la reforma y dictó un decreto para la designación de directores. Los patronos designaron el suyo. Las centrales sindicales no lograron coincidir en un candidato, hay cuatro postulantes, y no hay mecanismo para dirimir entre ellos.
En eso, cumplido el año del veto parcial, la Asamblea insiste en la reforma vetada. Ya no rige el decreto presidencial, y las centrales sindicales se quedan sin representante. Por lo que impugnan que el Consejo Directivo funcione con solo los representantes del ejecutivo y patronos. Hasta que no se designen directores bajo el nuevo mecanismo, se corre el riesgo que las decisiones del Consejo Directivo sean impugnadas.
Le toca al Tribunal Supremo Electoral montar el complicado sistema de elección. Pero el TSE tiene sus manos llenas con las elecciones seccionales. Solo después el TSE podrá diseñar este complejo mecanismo de designación.
Hemos retrocedido en cuanto a la gobernanza del IESS. No es el primer caso en que la Corte toma decisiones sin reflexionar sobre susconsecuencias prácticas. Bajen a tierra, ilustres magistrados.