Portugal soporta fuego cerrado de las agencias calificadoras de crédito y de los especuladores financieros internacionales, que ven en este país ibérico una excelente oportunidad para multiplicar sus lucros.
Esta vez correspondió a la agencia Moody’s considerar que la crisis financiera griega constituye un importante factor de contagio para los bancos de varios países, incluso de Portugal y España.
El informe señala que en especial Portugal, pero también las entidades financieras de España, Irlanda y, en menor medida, de Gran Bretaña “se han debilitado desde dentro, a menudo por el excesivo crecimiento del crédito” y el “estallido de la burbuja inmobiliaria”.
A renglón seguido, la empresa que vende sus análisis financieros sobre gobiernos y otras compañías, sostiene que “el contagio podría extenderse también potencialmente a aquellos sistemas bancarios donde el valor de la deuda soberana ha sufrido el impacto de los acontecimientos en el sistema bancario”.
Moody’s justifica la alerta por el reciente deterioro de las finanzas públicas portuguesas y por los desafíos a largo plazo de su desarrollo económico “en un contexto de una economía pequeña y de crecimiento lento”.
La advertencia causó un terremoto en los mercados, provocando la caída de la Bolsa de Valores de Lisboa a mínimos que no se registraban desde julio del 2009, y elevando los seguros contra riesgo de incumplimiento de la deuda soberana al máximo histórico desde la adhesión al euro en el 2002.
En contrapartida, una declaración del Fondo Monetario Internacional (FMI) salió al paso de rumores al aclarar en Washington que no está en conversaciones con España ni con Portugal para conceder préstamos de emergencia a ninguno de los dos países.
Los tres muertos en Grecia son el recordatorio más crudo del colapso financiero de ese país, cuyo Gobierno intenta aplicar un rígido plan de austeridad impuesto por la Unión Europea y por el FMI, a cambio de un salvataje de 110 000 millones de euros (unos USD142 000 millones) con el fin de evitar el cese de pagos y su efecto dominó.
Al mismo tiempo, al concluir una reunión de gobernadores de bancos centrales europeos celebrada en Lisboa, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, aclaró que “Portugal y Grecia no están en el mismo barco: basta ver los números y las circunstancias. Portugal no es Grecia, esa es una evidencia incuestionable”, subrayó Trichet.
Difícilmente la UE, en especial Alemania y Francia, dejarán caer a una Grecia “demasiado interconectada” para permitir su colapso. Cerca de 75 % de la deuda pública griega de 400 000 millones de dólares está en manos de extranjeros, sobre todo de instituciones financieras europeas.