Los acontecimientos derivadosde la desaparición, búsqueda y femicidio de una ciudadana dentro de un recinto policial, y la fuga de un oficial, supuesto autor, replantea a la sociedad ecuatoriana una reforma integral de la política de seguridad, un cambio urgente en la consulta y la creación del Ministerio de la Mujer.
Las estadísticas oficiales asustan, porque el nivel de violencia en el Ecuador es intolerable. Una autocrítica sobre las instituciones encargadas de garantizar la vida de las personas y sus bienes es indefectible, pero con argumentos y no con especulaciones o falacias como sucede en las redes sociales.
Existe una evidencia: el Estado no está cumpliendo con sus obligaciones constitucionales. La solicitud de más presupuesto, más tecnología y más personal de gendarmes y militares, para contrarrestar las operaciones delictivas de diverso cuño, no soluciona el tema de fondo. Tampoco las medidas de excepción, casi sin resultados, y la pregunta de la consulta, que es una verdad de Perogrullo por inocua: que las FF.AA. apoyen a la Policía Nacional. El problema es estructural.
La seguridad humana debe ser una política de Estado, producto de la construcción social, educativa, jurídica, política, económica y ética, y no solo normativa. Porque -a decir de los especialistas- todo está descompuesto. El cuerpo social está enfermo de injusticia, exclusiones, codicia, vulneración de derechos y falta de cumplimiento de deberes, mientras ciertas instituciones estatales son funcionales a delitos execrables -la corrupción está dentro-, mientras la ciudadanía navega en la indiferencia y la indefensión.
El Ministerio de la Mujer procede. En ese contexto, el cambio de todas las instituciones de seguridad debe incorporarse en la anunciada consulta, mediante nuevas estrategias y acciones con veedurías ciudadanas, justicia restaurativa, salud mental, aplicación de sanciones, cultura policial diferente, relevo generacional, y programas de prevención en derechos humanos y valores cívicos, con enfoque de equidad de género y coeducación, en todo el sistema educativo. ¡No hay alternativas!