Como fue a la escuela descalzo y vendió pollos de niño en carreteras polvorientas, el recién investido presidente de Kenia, William Ruto, se presentó como el “hijo de un don nadie” en la carrera electoral hacia la Jefatura del Estado.
“Quiero dar gracias a Dios porque un niño de pueblo se ha convertido en el Presidente de Kenia”. Afirmó este 13 de septiembre con orgullo el mandatario, durante su discurso de investidura ante miles de personas y decenas de líderes africanos en Nairobi.
Con ese anzuelo populista para reivindicar el afán de superación y atraer a los desfavorecidos (la mayoría de sus compatriotas), el hasta ahora Vicepresidente saliente aspiró por primera vez a la Presidencia en las elecciones generales del pasado 9 de agosto.
Al frente de la coalición Kenya Kwanza (Kenia Primero, en suajili), Ruto acuñó la frase: “Nación de buscavidas”. En alusión, entre otros, a los millones de jóvenes sin empleo que hacen malabarismos para buscarse la vida. “El desempleo juvenil -advirtió- es una bomba de relojería que representa una gran amenaza para la estabilidad del país”.
Ruto ha prometido impulsar la economía con un enfoque “de abajo hacia arriba”. Este beneficiará a los pobres, agobiados para llegar a fin de mes, por el elevado costo de la vida provocado por la pandemia del coronavirus y la guerra en Ucrania.
Su primer par de zapatos
Nacido el 21 de diciembre de 1966 en la aldea de Sambut (oeste), en el valle del Rift, William Samoei Arap Ruto creció en el seno de una familia muy humilde. “Mi padre me compró mi primer par de zapatos en 1981 de un tal señor Onyango en la calle”, reveló en 2019 Ruto.
Tras graduarse en 1990 en Botánica y Zoología por la Universidad de Nairobi, trabajó como maestro y en 1992 entró en política como tesorero del ala juvenil de la Unión Nacional Africana de Kenia (KANU. El partido del entonces presidente keniano, Daniel Arap Moi.
Cinco años más tarde logró un escaño en el Parlamento por la circunscripción de Eldoret North (oeste), catapulta de una trayectoria meteórica que, después de ocupar puestos ministeriales, desembocó en la Vicepresidencia en las elecciones de 2013.
Ruto concurrió a esos comicios como compañero de fórmula del ahora presidente saliente, Uhuru Kenyatta. Pese a haber sido contrincantes en las elecciones del año 2007. Fue un ‘matrimonio’ de conveniencia política, pues pesaba sobre ambos una acusación de la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes contra la humanidad. Por supuestamente alentar la violencia tras las elecciones de 2007, que causó más de 1 100 muertos.
En esa votación, Ruto respaldó al candidato opositor Raila Odinga, de 77 años y ahora su gran rival en las elecciones de agosto. Mientras Kenyatta se decantó por el entonces presidente Mwai Kibaki. La llegada al poder de Kenyatta y Ruto sirvió de escudo ante la amenaza de la CPI, que se disipó en 2014, cuando el tribunal retiró los cargos contra el primero. Y en 2016, cuando la corte desestimó el caso del segundo por ausencia de pruebas, pero sin exonerarle.
Escándalos de corrupción
En el terreno personal, Ruto lleva más de 30 años casado con Rachel Chebet. A quien conoció en una reunión eclesial juvenil y con quien tiene seis hijos. Con fama de brillante orador, capaz de hipnotizar a las masas, el nuevo Presidente ha demostrado un voraz apetito para los negocios que le ha convertido en multimillonario. Pese a que el origen de su riqueza es objeto de constante especulación en Kenia.
El líder de la “nación de los buscavidas” posee más de 3 000 hectáreas de tierra en tres condados, cinco helicópteros, dos hangares, dos hoteles, tres residencias privadas, una compañía de gas y una granja avícola, entre otros activos.
Cuestionado en el debate presidencial del pasado 26 de julio sobre lo que considera suficiente en adquisición de terrenos y propiedades, Ruto respondió con una sonrisa y un “ya es suficiente”.
El recién investido Mandatario también se ha visto implicado en sonoros escándalos de corrupción, uno de los peores males que sacuden a Kenia desde que se independizó del Reino Unido en el año 1963. Pero William Ruto ha negado, hasta la saciedad, cualquier corruptela. Se ha empeñado en convertir a aquel niño que vendía pollos en el quinto Presidente de Kenia que fue elegido en las urnas.