Dos leyes muy interesantes están aún pendientes, cuando se aproxima a su final el trámite de la colección de proyectos que puso el Gran Jefe en manos del Corcho y sus asambleístas. Son las de Educación y Comunicación, nada menos. La una yace en poder del super asesor jurídico Alexis Mera, quien prepara cuarenta páginas para examen y deleite presidencial y, de paso, para castigar a los “traidocres”, aunque el general Paco promete que no hay tales. La otra no sale aun del ámbito legislativo.
Hay un buen número de interesados en ese par de leyes, aunque no tocan mucho las fibras de la muchedumbre y el populacho, preocupados en el tráfago diario para mantener a la familia. Pero los dos temas tienen significados claves, por obvias razones.
Rectores, profesores, estudiantes, empleados y hasta algunos animosos padres de familia pusieron su atención en el apasionante tema de la educación superior. El Presidente lo hizo primero, por obvias razones. La universidad ocupó buena parte de su vida, sea en la Católica del Ecuador, Lovaina en Bélgica o Illinois en USA.
Permanecía ya unos buenos once años en calidad de profesor en una “U” particular –San Francisco- cuando las circunstancias de la vida y el destino –más el doctor Alfredo Palacio y una dosis de fortuna- le trasladaron de tres brincos a Carondelet. Su propuesta fue cambiar todo lo posible, bajo un enfoque revolucionario, con signos del siglo 21. Por allí estamos transitando. ¿Puede darse un acuerdo entre Gobierno y universidades? Parece que sí, pero no. Podría darse si el Jefe y Alexis se proponen realmente un veto que ayude a la educación y no vaya por rumbos políticos o personales. Algo que interesa mucho es el sistema de elecciones internas universitarias. ¿Por qué trasladar a las particulares el modelo electoral que tanto daño ha causado a las públicas? ¿Para qué? ¿Cómo así? Este es un punto crucial, por favor. No equivocarse.
Y en el caso de la Ley de Comunicación, don Corcho, usted tiene la fórmula para una solución. No se olvide que en diciembre surgió un acuerdo para dar forma a un Consejo Universitario con vocales independientes y mereció el apoyo suyo y de otros importantes asambleístas. Esa sigue siendo una buena fórmula. ¿O no? Naturalmente, evitando llegar a una ley sancionadora y castigadora, como otras que ya funcionan en algunos países no muy lejanos del Ecuador y que cada vez gustan menos a los ciudadanos y más a los coroneles.
Los dos son temas de esta semana que termina. El tercero es la despedida del periodista Jorge Ortiz, a quien conocimos en este diario allá por los años setenta y hoy, en la pantalla de Teleamazonas, ha procedido como lo hizo ayer y lo hizo siempre. Es decir, como un caballero a carta cabal, con la calidad humana y profesional que, en honor a la verdad, nunca le ha faltado.