Algo de la estrategia del grupo terrorista Hamas y de sus asociados estaría funcionando bien en la batalla cultural contra Occidente. Ha logrado que en la narrativa del conflicto en Gaza, su nombre, acciones e intenciones sean obviadas en gran parte de las declaraciones y denuncias de grupos estudiantiles, organizaciones no gubernamentales y agencias de Naciones Unidas.
Si usted revisa el contenido de los pronunciamientos sobre la guerra y la situación humanitaria en Gaza, –por ejemplo, en las recientes movilizaciones registradas en la universidad de Columbia— comprobará que Hamas parece no existir ni haber sido el responsable de ingresar a Israel y matar a más de mil civiles, violar mujeres, así como secuestrar ancianos, niños y hasta un bebé. Todo con una saña mayúscula.
Dejar de nombrar algo o a alguien, no lo desaparece de la realidad, pero sí puede ocultarlo tras bambalinas. En las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Gaza, Hamas no ha sido mencionado nunca.
Con ese norte, quizás se explica que ONU Mujeres tardara más de un mes en referirse a las mujeres asesinadas y abusadas por Hamas en el ataque contra Israel, mientras que el beso que sin consentimiento dio el entrenador del equipo de futbol femenino de España a una de sus integrantes, haya sido condenado de forma casi inmediata.
Sorprende que organizaciones de derechos humanos digan poco o nada sobre el bebé israelita Kfir Bibas, quien permanece secuestrado por Hamas desde que tiene 9 meses y que en enero habría cumplido un año. No está claro si el menor sigue vivo. Hay más de 100 israelitas que continúan en cautiverio.
Las acusaciones justas contra Israel por los ataques sin tregua y por las víctimas civiles de Gaza se enfatizan y repiten, pero contra las acciones del grupo terrorista, prima el silencio.
En los últimos meses, se registraron movilizaciones en varias partes del mundo Occidental a favor de la llamada causa Palestina, incluso en algunas de las más prestigiosas universidades de Estados Unidos. En esos espacios, el enemigo mencionado es la única democracia de la zona, Israel. Lo mismo sucede en las redes sociales. Hamas y sus declaradas intenciones y creencias se esfumaron.
Hamas es un grupo terrorista aliado con otros terroristas. Su objetivo es eliminar a Israel. Sus creencias, entre otras, apuntan a limitar severamente los derechos de las mujeres, discriminar a la comunidad LGTBIQ+, adoctrinar a niños para odiar y matar y oponerse a los avances culturales y científicos de las sociedades. Hamas no tiene problemas en usar a población civil o las instalaciones hospitalarias para fines bélicos y no cree en la democracia, sino en un poder gobernante teocrático y de hombres.
La guerra de Hamas, según ellos mismo lo han indicado, es contra la cultura de Occidente y el mundo donde operan sistemas democráticos.
Estar a favor de la creación de un estado Palestino y de todas las víctimas del conflicto, no puede significar doblar las rodillas ante Hamas ni olvidar sus creencias e intenciones. Desaparecerlo de la narrativa es incongruente y peligroso.