Precaver que haya suficientes dólares para el normal funcionamiento de la economía nacional no es un objetivo menor de la política económica, más aún cuando no tenemos moneda propia. Por eso todos debemos estar atentos a las causas de eventuales desequilibrios en nuestra balanza de pagos.
En este año, buena parte de las divisas que ingresen deben utilizarse en importar combustibles mientras la Refinería de Esmeraldas esté en mantenimiento mayor, al tiempo que las presiones de importar cada vez más y más aumentarán por el factor inercial de un modelo importador instaurado desde cuando el gobierno dinamizó la inversión y el gasto públicos.
Ahora es difícil contravenir las normas internacionales de la Organización Mundial de Comercio, aunque siempre hay resquicios para imponer restricciones cuantitativas y cualitativas, como ocurre en la práctica de varios países. Solo si hay graves peligros de desequilibrios de balanza de pagos se podrá aplicar medidas transitorias y generalizadas, considerando además la carencia de moneda nacional en el caso ecuatoriano. Pero esto no está planteado todavía.
El Gobierno ha comenzado a imponer medidas restrictivas, vía reglas del Inen, para precautelar la buena calidad de los productos que se importen y al mismo tiempo obstaculizar la importación de productos sencillos que se pueden producir internamente. Si se trata de cuidar que no nos vendan productos basura, saldos tecnológicos, productos obsoletos o mercaderías peligrosas para la salud, el control es bienvenido y necesario, pues esto antes no se hacía.
Pero esta implantación debe ser previsible y oportunamente informada a la empresa privada para que haya un orden en un proceso que no entorpezca la producción. Lo peor que le puede pasar al país es que se levanten olas de desabastecimiento con razón o ficticiamente para especular con los precios hacia arriba.
Por eso la experticia de aplicar medidas de este tipo es imprescindible, a fin de que el remedio no sea peor que la enfermedad. La política de sustitución de importaciones solo es plausible si no aumentan demasiado los costos y se mantiene la calidad, para no perjudicar a los consumidores.
Y solo es sostenible cuando se constituye en una plataforma viable para producir bienes o servicios exportables. Este proceso requiere de actitudes positivas y amigables entre el gobierno y los inversionistas privados, para encaminarse hacia sectores de gran impacto para la nueva matriz productiva.
Lo que es importante comprender cuanto antes es que el dinamismo de las importaciones durará lo que el buen precio del petróleo dure. Por eso la empresa privada debe prepararse ya, a generar divisas, a incursionar en exportaciones, con el concurso de la inversión y la tecnología foránea.