Un diario recoge la versión de un organismo que sostiene que el Gobierno ha gastado equis cantidad en publicidad. El Gobierno piensa que la cantidad a la que se refiere el referido organismo está errada y envía una carta el diario para que se la publique con sus datos. El diario lo hace. Pero el Gobierno no queda satisfecho, pues a su entender el error del diario está en haber publicado una versión que le parece está equivocada. Recurre entonces a un (su) juez quien decide que lo que piensa el gobierno es lo correcto y obliga al diario a disculparse públicamente.
Cientos de años más tarde, los espejos siguen sirviendo para conseguir favores de los indígenas.